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D. G.
Sábado, 6 de junio 2015, 23:57
Una novedosa técnica láser que permite eliminar la suciedad y el hollín que cubre los pigmentos, transformándola de sólida a gas, y sin necesidad de tocar las pinturas. Este es uno de los procedimientos que los especialistas de la Universitat Politècnica de València (UPV) están utilizando en los trabajos de restauración de los frescos de la parroquia de San Nicolás, aunque también han puesto en marcha, por primera vez en España, un proceso de biolimpieza con bacterias. Tecnologías futurista para poner freno a la degradación de unos murales del siglo XVII.
Estos trabajos de restauración se centran en limpiar las policromías originales más descohesionadas y degradadas de los frescos pintados en el templo por el artista valenciano Dionís Vidal, discípulo del también pintor Antonio Palomino.
El láser ya ha sido empleado en, aproximadamente, un 5% de la superficie pictórica objeto de la intervención, correspondiente a cerca de 1.800 metros cuadrados, aunque sólo está siendo utilizado en casos concretos para limpiar zonas muy descohesionadas, cuya pintura, convertida en polvo por su deterioro, no está fijada en la pared, según explicó el responsable técnico de los trabajos, José Luis Regidor. Una vez concluido este proceso de limpieza, y cuando resulta necesario, los técnicos realizan la fijación y consolidación de los estratos pictóricos, «filtrando consolidantes y fijativos de naturaleza mineral para que la pintura se cohesione a la pared y así el pigmento queda protegido», añadió.
Actualmente, los trabajos de restauración, desarrollados por la UPV y el Arzobispado con la colaboración de la Fundación Hortensia Herrero y supervisados por Gianluigi Colalucci, director de la última restauración de la Capilla Sixtina, han concluido la intervención de cuatro de las seis crujías de la nave central. Además, los técnicos ya han iniciado la quinta fase de las obras en la parroquia que, según Regidor, podrán terminarse a finales de año.
Importante deterioro
El proyecto de restauración arrancó a finales de 2013 con una primera fase de diagnóstico en la que se analizó el estado de conservación de los frescos y del resto de ornamentación de la nave de la iglesia. «Desarrollamos tres meses de estudios previos pasando unos andamios provisionales por todo el templo y se determinó un nivel de deterioro importante de las pinturas», tal y como advirtió la catedrática de la UPV y responsable del proyecto, Pilar Roig.
La restauración abarca las pinturas al fresco de la nave central, diseñadas por Antonio Palomino y realizadas entre 1694 y 1701 por su discípulo Dionís Vidal. En total, son cerca de 1.800 metros cuadrados de superficie pictórica distribuida en arcos, lunetos, pilastras, bóveda y atrio que «presentan todo tipo de problemas: abolsamientos, pérdidas de cohesión, faltantes, y repintes», explicó Roig.
Junto al proceso de restauración pictórica se lleva a cabo el fortalecimiento arquitectónico del templo, obras dirigidas por el arquitecto Carlos Campos.
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