La Valencia que deja Rita

«Ella es y respira Valencia», dijo Manuel Fraga hace años sobre Rita Barberá. Y, quizás, no le faltaba razón si se traza la retrospectiva del cap i casal a lo largo de los últimos 24 años. De una Valencia adormecida que veía como Barcelona o Sevilla acogían celebraciones internacionales, y a la que se le escapó la Capitalidad Europea de la Cultura, a otra Valencia situada en el mapa, como le gusta repetir a Barberá. A golpe de edificio y grandes eventos, pero una Valencia internacional y turística.

Cierto que muchos de los logros obtenidos por la, hasta hoy, alcaldesa fueron fruto de los proyectos iniciados por el Ayuntamiento del PSPV. También, como apuntan algunos, se benefició de las inversiones de las administraciones central y autonómica (ahí está, por ejemplo, la llegada del AVE o la puesta en marcha del tranvía). Pero Barberá nunca ha renegado de ello («Pido apoyo y me implico en lo que creo que es bueno aunque la gestión sea de otros») y, gracias a su olfato político y periodístico, ha sabido vender esos logros a la ciudadanía. Marketing se llama.