

Secciones
Servicios
Destacamos
VICENTE LLADRÓ
Sábado, 24 de octubre 2015, 23:38
El lago dulce fue antes mar salado. Sobre las plácidas y turbias aguas de la Albufera, nada hace pensar en un pasado más complejo que la realidad que hoy amenaza a es este paradigmático espacio natural. Sin embargo hubo un tiempo en el que el lago fue mar, y lo fue hasta tiempos relativamente recientes, no más allá de medio milenio, pero su origen se remonta a más de 400 millones de años atrás.
La paleohistoria de este lago y su entorno, que hoy es un parque protegido, encierra convulsos procesos de evolución geológica que determinaron hábitats y extensiones poco divulgadas. Los límites marinos llegaban al menos hasta Picassent y Montserrat, «quizá también hasta Cuenca en algún momento», atestigua el arqueólogo Miquel Martí, apasionado historiador de la vida de la Albufera.
Bajo las aguas que fotografiamos repetidamente al reflejar los cañaverales y el sol poniente, cuando eran salinas hubo una fauna mucho más sorprendente que la de las llisas y las más escasas anguilas.
Hace 25 millones de años vivieron aquí el tiburón-tigre y la raya, y el mar llamado de Tetis (aún no era el Mediterráneo) era un mar tropical, al estilo del Caribe. Se sabe con certeza por los registros fósiles. Miquel muestra dientes fosilizados de tiburones con tal datación. Uno de ellos fue hallado al perforar un pozo de 25 metros en la actual Albufera; los demás, entre las piedras de campos de Picassent y Montserrat.
Por si nos quedan dudas sobre el parentesco marino-lacustre de sitios hoy distantes, Miquel enseña diversas muestras de 'Crassostrea longirostris', un bivalvo del que hay múltiples localizaciones fosilizadas en dichos términos municipales y en el citado pozo de la Albufera. Aparecen al hacer una zanja o labrando campos y existen multitud de chalets cuyas fachadas y cercas están 'chapadas' con fósiles de este tipo que se encontraban a montones. Si se pregunta a los dueños pueden explicarnos que son restos de animales de cuando aquello era mar.
Colonias fosilizadas de dichos moluscos, idénticas a las de Montserrat, salieron del fondo cuando se dragó el 'portet' de Catarroja. Apenas estaban a cuatro metros de profundidad, dos de agua y otros dos de fango.
Sin embargo, el fósil más antiguo de la Albufera podría rebasar los 100 millones de años. Apareció entre el material pétreo negruzco de una perforación en busca de agua potable, a 252 metros de profundidad y es una pequeña concha de un mar poco profundo que acabó secándose.
Una historia de sucesivos cataclismos debidos a grandes cambios climáticos y sobre todo al choque de las placas téctónicas de África y Europa. El mar se secó y renació al menos diez veces. El choque cerró la comunicación con el Atlántico, cesó la entrada de agua, que se evaporó, y el fondo quedó cubierto de sal. Resultado de aquella sal fosilizada son las capas de rico alabastro cuyos yacimientos se han explotado hasta hace poco.
Unos 70 millones de años atrás esto era el reino de los saurios. En las orillas actuales del lago, grandes hadrosauros (reptiles 'pico de pato' los más recientes del mundo antes de su extinción) de entre 5 y 15 metros pastaban entre enormes praderas de cola de caballo (calamites) cuyos tallos alcanzaban los 10 metros de altura. Miquel guarda en su colección de fósiles una falange y una mandíbula de hadrosauro y gruesos tallos de aquella hierba bestial. También un nido con quince huevos de volociráptor. Todos procedentes de EE UU y hermanos de los valencianos.
Hace 1.300.000 años, en un periodo sin mar, el entorno de la actual Albufera, como de la mayor parte de la Comunitat Valenciana, era el de la sabana africana. Se han encontrado fósiles de tigre 'dientes de sable' y hienas en Sueca y camellos que cruzaron andando el actual Mediterráneo llegaron hasta Requena y Venta del Moro.
Unos nueve mil años atrás, con el deshielo de la última glaciación, subió unos cien metros el nivel de las aguas y comenzó la fase más tranquila y reciente de una gran bahía que, pasado el tiempo, acabaría cerrándose y convirtiéndose en lago de agua dulce.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.