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P. MORENO
Miércoles, 8 de febrero 2017, 23:45
valencia. Valencia tiene un censo de 12.264 naranjos amargos plantados en la vía pública y la recogida de la fruta está pendiente en la mayoría de los barrios, lo que ha supuesto la caída de toneladas de naranjas a las aceras y alcorques debido al fuerte viento de estos días.
Las contratas municipales debían empezar el pasado 9 de enero la recogida para evitar esta situación, aunque la concejal del grupo popular, Lourdes Bernal, comentó ayer que no «se ha hecho con la suficiente celeridad ni recursos, como se está viendo claramente». En algunos barrios sí que trabajan las brigadas, aunque la meteorología ha agravado el problema de la falta de recursos y personal.
El naranjo amargo es la especie con más presencia en las calles, por delante de los 9.865 plátanos de sombra y los 7.606 cinamomos. En el pasado, el Consistorio intentó colocar la fruta a empresas cosméticas para no tirarla, aunque ahora no se tiene constancia de que sea comercializada, señaló la edil.
Según la respuesta dada el pasado diciembre por la delegada de Medio Ambiente, Pilar Soriano, la recogida de naranjas se hace por distritos, formando las contratas equipos de tres personas con un furgón y un remolque, con el soporte de un camión grande para la zona norte y otro para la sur.
«No obstante, considerando que los medios que se utilizan son compartidos con las secciones de obra y mantenimiento, la programación está condicionada si hay que realizar trabajos urgentes en las citadas zonas», señala Soriano en su respuesta. La edil del grupo popular criticó estas carencias, que han provocado la caída generalizada en multitud de calles desde el pasado domingo, cuando una fuerte lluvia con temporal pasó por Valencia.
Un ejemplo más de la precariedad es que el presupuesto de esta operación está incluido en las operaciones de mantenimiento del arbolado y las zonas verdes, sin que supongan un coste añadido. Los árboles tienen un tronco fino, por lo que el peso de las ramas hace incluso que se rompan de cuajo.
Además del perjuicio de la imagen de la ciudad de que las aceras y alcorques se llenen de naranjas amargas, existe un riesgo real de caídas para los peatones. La fruta acaba pisoteada, cuando no sirven para un acto de vandalismo.
La previsión del gobierno municipal es acabar la recogida a principios de marzo, al menos según la información dada al PP en una comisión informativa. Que la ciudad huela a azahar, uno de los propósitos de la plantación masiva de naranjos, tiene este problema, una vez solventados la escasa altura de cruceta de los ejemplares y la fragilidad de su tronco.
El viento seguirá siendo un problema estos días y sirva de ejemplo los mil metros cuadrados de tela asfáltica arrancados en la cubierta de un pabellón polideportivo en Castellón. Esto supone casi la sexta parte de la superficie, en un recinto que ya sufrió daños el pasado domingo.
En la provincia de Valencia, el viento provocó la caída de árboles en poblaciones como la Pobla de Vallbona, donde se contabilizó el abatimiento de siete pinos de gran tamaño, además de un ejemplar de gran tamaño en las inmediaciones de un ambulatorio en el municipio de Catarroja, según la información llegada a este periódico.
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