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ISABEL DOMINGO
Lunes, 10 de abril 2017, 00:08
Los vecinos de la Cruz Cubierta viven su particular vía crucis esta Semana Santa. A las molestias generadas por una discoteca situada en las inmediaciones de la calle San Vicente -y que dejan patente con los carteles 'Sí al descanso. No al botellón' en sus balcones-, se suman ahora las ocupaciones ilegales en la antigua fábrica de cervezas Turia, declarada en ruina inminente desde 2011 por parte del Ayuntamiento.
Los vecinos temen que alguno de los grupos de jóvenes que acceden al interior del edificio, con partes derribadas, puedan sufrir algún accidente con las consecuencias que ello podría tener para la administración. Según explicó el presidente de la asociación vecinal Bulevar sur-San Vicente, Elías Sánchez, «son chavales de entre 14 y 18 años que entran a la fábrica los sábados por la tarde y suben a los tejados o pasean por las cornisas».
De hecho, estos paseos son tan evidentes para los vecinos que algunos no han dudado en tomar fotografías y grabar vídeos sobre las excursiones de los chavales (grupos de 10 o 15 personas) por los restos de la fábrica que aún siguen en pie.
«Hay un problema grave de seguridad. Se lo hemos trasladado al Ayuntamiento y a la Policía Local para que pongan una solución sin que hayamos tenido respuesta», lamentó el dirigente vecinal. Una petición que pasaría por el tapiado de los agujeros existentes, y por los que acceden los jóvenes, y por el derribo de la fábrica.
Derribo por fases
Por parte del Ayuntamiento, fuentes de la Concejalía de Desarrollo Urbano recordaron que la fábrica tiene la declaración de ruina y que actualmente se estudia la demolición de otra parte de las naves. El elevado coste de esta operación -cercano a los dos millones- y la asunción por parte del Consistorio de ese desembolso al no hacerse cargo los propietarios ha provocado que los derribos se hagan por fases, detallaron las mismas fuentes.
Hace dos años, el equipo de gobierno de Joan Ribó tuvo que asumir el derribo de la parte más inestable ya que el inmueble sufrió un incendio que se prolongó durante varios días debido a la cantidad de residuos acumulados en los sótanos. De hecho, también se hicieron hundimientos selectivos para intentar sofocar las llamas. Estas dos actuaciones ya supusieron un coste cercano a los 700.000 euros para las arcas municipales.
Según indicaron desde la concejalía que dirige Vicent Sarrià, las facturas se repercuten a la propiedad. La parcela, con una superficie de 30.000 metros cuadrados, forma parte del plan del Parque Central y, por tanto, tiene aprovechamiento urbanístico cuando se apruebe la edificabilidad en las reparcelaciones futuras. De momento, en este entorno, sólo se han derribado las naves de la antigua Macosa y las de los llamados parques de artilleros e ingenieros, aunque en este último caso no forman parte de la operación urbanística del Parque Central.
Junto al temor de un incidente en la vieja cervecera, la asociación vecinal también denuncia el botellón que vuelve a realizarse en las calles próximas al bulevar sur. Con la llegada del buen tiempo, los residentes temen que vaya a más.
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