Los vecinos del Cabanyal reprochan a Joan Ribó y Ximo Puig el abandono: «No estáis cumpliendo»

Nadie podía esperar lo que ocurrió ayer en el barrio del Cabanyal, donde acudieron el presidente Ximo Puig y el alcalde Joan Ribó para visitar las obras de reurbanización y sonreír al subrayar que las inversiones decididas hasta los próximos años ascienden a 33 millones de euros. Nadie salvo un grupo de representantes de Salvem el Cabanyal, quienes les reprocharon la falta de medidas efectivas, el fracaso en la lucha contra la degradación social y urbanística y, en suma, que «no estáis cumpliendo».

Así, sin más añadidos pese a que en el diálogo que establecieron al final del recorrido con Puig y Ribó les indicaran que estuvieron de acuerdo en la derogación del plan urbanístico del PP (fueron ellos quienes lo consiguieron en los tribunales) y les apoyan en los proyectos que emprendan para mejorar el barrio. «Sois nuestros», apostilló una vecina.

Pero la realidad es tozuda y las peleas de gallos, los botellones, las ocupaciones ilegales, los problemas de convivencia, el tráfico de drogas y la escasa ambición demostrada en políticas de vivienda se impusieron sobre la reurbanización de aceras en las calles principales del Marítimo, además de los equipamientos públicos anunciados desde hace tiempo.

«No están cumpliendo una de las principales funciones que tienen encomendadas: garantizar el cumplimiento de las leyes y las ordenanzas municipales», empieza el comunicado que entregaron a todos los presentes (Ribó acumuló tres según dijo al final de la visita). El recorrido fue multitudinario con la consellera de Obras Públicas, María José Salvador, la portavoz del gobierno municipal, Sandra Gómez y la edil de Protección Ciudadana, Anaïs Menguzzato, junto con decenas de cargos intermedios de las dos Administraciones valencianas. Todos los que quisieron se llevaron el duro escrito de Salvem el Cabanyal.

La marcha encabezada por Puig y Ribó inició su recorrido en la calle de la Reina, donde una excavadora se dedicaba a triturar aceras viejas. Las nuevas serán mucho más anchas, como se observa ya en algunos tramos. Después pasaron por la calles Barraca y Padre Luis Navarro, para terminar en la plaza Armada Española, con vistas al puerto y esquivando de este modo pisar la parte más degradada del barrio, la conocida como zona cero.

Faustino Villora, uno de los portavoces de Salvem el Cabanyal, pidió la toma de decisiones políticas, de las que «no hace falta presupuesto», en referencia a las ocupaciones ilegales de viviendas y el perjuicio que causan las chatarrerías ilegales en Progreso y Padre Luis Navarro.

«Familias que han resistido durante muchos años la agresión del proyecto de prolongación de la avenida Blasco Ibáñez, están perdiendo la confianza de poder vivir tranquilamente en sus casas. En los últimos dos años algunas han abandonado el barrio. Es muy duro perder la esperanza, tal vez más duro que resistir», se menciona en el comunicado que resumieron a los representantes políticos.

Lo más urgente para los vecinos es resolver los problemas derivados de los escándalos nocturnos, la falta de rehabilitación de viviendas municipales y los desguaces ilegales. Villora alertó del riesgo de la aparición de la xenofobia por el perjuicio causado a los vecinos.