La EMT culpa de los retrasos en los autobuses al fuerte aumento del tráfico

La EMT reconoce, en un documento interno, que los atascos están provocando ralentización de la red de autobuses municipales. Lo ha hecho en el plan de actuación para 2018, un texto presentado a los consejeros el pasado viernes. En él se asegura que la velocidad comercial no deja de caer desde 2016. Además, se achaca este efecto al aumento del coche privado (y, paradójicamente, también al aumento del transporte público) y, sobre todo, a la reducción de la capacidad de las vías.

Se trata de la primera vez que desde la EMT reconocen que el empeoramiento de la circulación en las calles, algo que todos los indicadores, incluidos los de calidad ambiental, coinciden en apuntar, ha acabado por afectar al funcionamiento de las líneas de transporte público. Y eso en una ciudad cuyo Ayuntamiento hace de los autobuses la piedra angular de una política de movilidad basada en dejar el coche en casa.

Entre febrero de 2016 y febrero de 2018, la velocidad media ha bajado de 14,67 kilómetros por hora a 14,35, un descenso del 2,18% que puede parecer prácticamente inapreciable, pero no lo es. Fuentes internas de los trabajadores lo relacionan directamente con el caos circulatorio que se vive en la ciudad. Los dos sindicatos mayoritarios en la empresa han denunciado en varias ocasiones que la puesta en marcha de las políticas de movilidad del Consistorio ha redundado en una importante ralentización de las líneas.

Sin ir más lejos, este descenso del 2% puede llegar a provocar importantes retrasos, causados porque los convoyes no llegan a tiempo a las paradas de regulación. Esto puede traer consigo un efecto muy llamativo del que ya han empezado a protestar en redes sociales los usuarios de la EMT: que dos autobuses de la misma línea lleguen a la vez a la parada. Los trayectos más afectados por este fenómeno son, según varias fuentes, la nueva línea 92, que recorre las grandes vías, y la 71, que une el barrio de la Luz y las universidades.

Estos casos vienen determinados por el retraso de un convoy, que hace que sea alcanzado por el siguiente autobús que realiza el mismo recorrido. Además, en estas situaciones uno de los dos vehículos suele llegar cargado de viajeros, mientras el siguiente está prácticamente vacío. La reducción de la velocidad comercial y los retrasos que comporta afectan al correcto funcionamiento de las líneas de EMT.