Cuando la Ribera 'exportó' el cultivo del tomate
JOSÉ FORÉS LAHOZ
Viernes, 11 de enero 2008, 03:28
Si bien el cultivo del tomate se conoce en la Comunitat Valenciana desde la época romana, en que fue descubierto no por un científico o investigador sino por un sencillo labrador llamado Tomaides, su expansión no llegaría hasta el siglo XIX, cuando se iniciaron con éxito las primeras exportaciones a Inglaterra de la mano de Aguirre y Matiol, comerciante y escritor, condiscípulo de Llorente y Querol, pionero no sólo en la exportación de tomates sino también de cebollas y, sobre todo, de naranjas.
Ya en la segunda mitad del siglo pasado, en los años cincuenta y sesenta, el cultivo de esta solanácea alcanzó inmenso auge a lo largo y ancho del antiguo Reino de Valencia. Por estas calendas Alginet, en la Ribera Alta del Júcar, se convirtió en el primerísimo término productor, sin competencia en ninguna otra zona de España (salvo el caso excepcional de Almería), hasta el punto de que, dados los singulares métodos de cultivo y sistemas de comercialización allí implantados, llegó a considerarse como una especialidad propia de los agricultores de Alginet, exclusivamente dedicada a una única variedad, la conocida como "Cuarentena", por entonces la más precoz y de mayor demanda, tanto interior como exterior.
Tal fue la preponderancia adquirida por el cultivo de la "revolucionaria" planta hortense en la localidad ribereña, con más de 2.000 hanegadas de superficie (absolutamente en régimen familiar) y una producción superior a los ocho millones de kilos, que la Cooperativa Agrícola hubo de crear la Sección de Hortalizas, específicamente orientada al tomate. Por cierto que el presidente de la entidad era a la sazón Salvador Bosch Escutia (que en 1979 llegaría a ser el primer alcalde de la democracia, fallecido antes de finalizar la legislatura y sucedido en el cargo por mi inolvidado amigo Pepe Roig, músico militar y pintor de reconocimiento nacional ). Por encargo de mi director, Martín Domínguez, en mayo de 1963 entrevisté a Bosch -sobre el entonces apasionante tema del tomate- para el semanario , fundado un año antes por José Ferrer Camarena y hoy, cuarenta y cinco años después, tan combativo como el primer día.
En aquellos tiempos no existían todavía en tierras valencianas los invernaderos ni los túneles bajo plástico, por lo que el cultivo era forzado a base de "lliseres" o espalderas hechas con paja de arroz, que servían de abrigo contra los fríos y escarchas, ya que la plantación se efectuaba en pleno invierno. De esta forma la recolección tenía lugar a últimos de abril o primeros de mayo, con un anticipo de dos meses respecto a la cosecha tradicional, consiguiéndose así unos precios pingües. Acerca de tales aspectos publiqué el 22 de diciembre de 1956 en , semanario nacional de los labradores españoles, un reportaje cuyas consecuencias nunca hubiera podido imaginar, ya que sería el origen de la implantación del cultivo del tomate en el término de Salobreña, en la provincia de Granada, municipio perteneciente a la hoy denominada Costa Tropical, colindante con la Costa del Sol.
Si el lector me lo permite y, por supuesto con la venia de mi director, en aras a desvelar parcelas de nuestra historia contemporánea, transcribiré las siguientes líneas, que al menos han de resultar curiosas. Bajo el título "El tomate y la caña de azúcar. En la zona de Salobreña se inician nuevos cultivos", el 28 de junio de 1958, en el número 517, el citado hebdomadario -editado en la capital de España- publicaba esta información: "Recibimos desde Salobreña (Granada) una carta de don Rafael Armada Valenzuela, en la que nos dice: 'A través del semanario Hermandad establecí contacto con su colaborador, don José Forés Lahoz, de Llombay (Valencia), quien me envió instrucciones sobre el cultivo del tomate en aquella zona. Comencé a cultivar la variedad Cuarentena de acuerdo con sus orientaciones, y posteriormente visité a unos valencianos que en las zonas de Nerja y Herradura, en la provincia de Málaga, cultivaban tomate para exportar a Alemania. La innovación ha sido recibida con gran interés por todos los agricultores de aquí. Hasta ahora, en Salobreña el cultivo más remunerador era la caña de azúcar, debido, principalmente, a que los horticultores no habían ensayado las hortalizas tempranas. Ahora en vista del éxito de los tomates, se va difundiendo este cultivo, y también el de la habichuela para consumo en verde, el pepino y el pimiento. Personalmente pongo a disposición de todos mis convecinos la experiencia adquirida, y esperamos que en fecha muy próxima puedan estas nuevas tareas absorber el paro estacional y conseguir una buena mercancía para la exportación [...]'. Termina nuestro comunicante y buen amigo dando las gracias al semanario Hermandad, ya que la idea inicial surgió del artículo publicado por nuestro corresponsal en Valencia con el título 'El cultivo del tomate en la Ribera del Júcar'".
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.