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JOSÉ ORTEGA
Martes, 29 de enero 2008, 02:50
Cristina Narbona se ha apresurado a salir al paso de la Plataforma Nacional de Afectados por la Ley de Costas, negando de forma tan rotunda como atolondrada que su Ministerio esté aplicando la ley retroactivamente.
Es una pena que no haya tenido la paciencia de leer antes mi informe sobre la aplicación abusiva de la ley, pero en todo caso con esas urgencias y esas declaraciones acredita ignorar lo que sucede en su propia casa, porque en este preciso momento tiene al menos un expediente en trámite en el que se está haciendo con luz, taquígrafos y solemnidad lo mismo que ella niega: "La ley de Costas ha implantado un sistema de retroactividad global en lo que atañe al catálogo de los bienes de Dominio Público Marítimo Terrestre", declara ampulosamente el informe de un sesudo personaje de la Demarcación de Costas de Oviedo, en el empeño de justificar la apropiación de terrenos privados de Villaviciosa. Se trata del mismo sesudo personaje que en el mes de junio se puso a cavar en una zona boscosa de la playa de Otur y no dejó parar a los operarios hasta que, después de hacer un socavón de tres metros, dio con la arena de una duna ajena al paisaje, más fósil que un , y más muerta que la momia de Tutankamon.
Sí, sí... la ley de Costas se está aplicando retroactivamente, y mucho. Todo empezó con el desgraciado caso de Arenales del Sol, en Elche, cuando un ingeniero del Ministerio de Obras Públicas, al que nadie había invitado al guateque, se presentó por sorpresa en el acto del deslinde y tuvo la audacia de formular una propuesta de delimitación contraria a la del propio jefe de Costas. Hasta el abogado del Estado se quedó como la cera después de que el intruso comentó que en tiempos anteriores a la construcción de los edificios los materiales sueltos seguramente llegarían más al interior, y propuso pasar la línea por detrás de la urbanización. Con esto y con la sospechosa resignación del jefe de Costas del momento, que encierra mundos enteros de misterios por descifrar, aquel señor abrió la puerta a la arbitrariedad que hoy vemos por cada esquina de España.
Un poquitín más tarde, el nuevo ingeniero jefe de la Demarcación de Costas de Alicante, don Ángel Muñoz Cubillo, dio un enérgico impulso al expediente que concluyó con su feliz aprobación en 1997, en una declaración, creo que inédita en España, según la cual toda la gran urbanización de diecinueve torres de apartamentos constituye dominio público.
Posteriormente sus méritos profesionales auparon a don Ángel Muñoz a la Dirección General de Costas, donde desempeñó diversos puestos, siendo hoy subdirector general y funcionario de lo más influyente. Quizá se deba a su impulso la actual propuesta de deslinde de Playa Lisa y Gran Playa, en Santa Pola, que pretende repetir la experiencia de Arenales del Sol en un caso que por sus antecedentes podemos considerar idéntico. Y me caben pocas dudas de que es su impulso el que ha propiciado la aplicación retroactiva de la ley también en el deslinde de un tramo de la playa del Saler, donde todo iba bien hasta que llegó un oficio de la Dirección General de Costas en el que se ordenaba seguir el ejemplo de Arenales del Sol y comerse las construcciones, es decir, quitarles a los vecinos sus hogares y a los hoteleros sus hoteles.
Pero en fin. El caso más deliciosamente pintoresco proviene de la zona de la Bombilla, en la isla de la Palma, donde la Dirección General de Costas tuvo el detalle de aprobar un deslinde llevando la línea hasta el pie de un acantilado adonde el agua no llega ni en sueños, y sobre un terreno que no es playa. ¿La razón? Según reza el ingenioso informe geomorfológico, al final de la glaciación Würm el deshielo produjo una subida de treinta metros del nivel del mar, y así se modeló el acantilado. Esto sucedió poco después de que se hicieran las pinturas rupestres de Altamira, hace aproximadamente catorce mil años, y en unos momentos en los que era relativamente reciente la aparición en la Dordoña francesa del hombre de Cromañón.
¿Tendrá Cristina Narbona la bondad de admitir que se trata de una aplicación retroactiva, y mucho, de la ley de Costas? ¿No les parece esto, más que materia propia del Boletín Oficial del Estado, un guión escrito para Gila? ¿Podría pronunciar justificadamente la palabra payasada para referirme a la motivación del deslinde de la Bombilla? Y una pregunta más, si no es abusar: ¿no resulta inquietante que todo lo que les cuento se haya originado por culpa de la inexplicable, injustificada, rara y más que turbia intervención de un tercero extraño al asunto en el expediente de Arenales del Sol, un tipo al que nadie mandaba estar allí pero que tenía poder suficiente como para asustar al mismo jefe de Costas de Alicante?
En todo caso, sepan que hoy no es prudente comprar una propiedad cerca de la costa, aunque no esté en primera línea, ni en segunda. La aplicación retroactiva de la ley, que es un hecho cotidiano, impide que usted llegue nunca a estar seguro de ser dueño de lo que ha comprado. Por todo el país se está recurriendo, con entusiasmo propio de secta religiosa, al mapa geológico para retrasar el deslinde. En cualquier momento un ingeniero trazará una línea sobre un plano, invocando algo que pasó en el Pleistoceno, cuando no estábamos allí para evitarlo, y usted lo perderá todo.
Uno de los personajes más influyentes del siglo XX, Vladimir Ilich Ulianov, dijo que hay muchas formas de equivocarse. Si yo digo que dos y dos son cinco, eso es una equivocación. Pero si digo que dos y dos son un candelabro, no cabe duda de que la equivocación es de otra dimensión. Esto es lo que le pasa a la ministra. Hay también muchas formas de hacer el ridículo, y ella, con sus prisas, ha elegido la suya.
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