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BEATRIZ LLEDÓ
Viernes, 22 de febrero 2008, 09:54
No pensaba volver a conducir el autobús aquel día porque acababa de dejar la empresa. Es el principal argumento que sustenta el conductor del vehículo escolar detenido el lunes pasado tras sextuplicar la tasa de alcohol en la Pobla de Vallbona. Así defendió ayer su inocencia Andrei Vinogradov, que se presentó a la vista oral en el Juzgado de Instrucción número 6 de Llíria caminando junto a su abogado y con semblante tranquilo.
"El viernes anterior pedí la baja voluntaria en la empresa y el mismo lunes que me detuvieron iba a firmar el finiquito por la tarde. A mediodia recibí una llamada de mi jefe diciendo que ni siquiera acabara el día. Ya no iba a volver a coger el autobús y me fui al bar a la espera de que llegara el chófer que me sustituyera y bebí dos copas de coñac porque estaba nervioso. No pensaba volver a subirme al autobús y ya no era trabajador", declaró ayer el acusado.
La Fiscalía, sin embargo, pide para el acusado la pena máxima para estos casos: seis meses de prisión y cuatro años de inhabilitación y retirada del carné. Aunque Andrei apuntó que desde las 15 horas no volvió a conducir el vehículo escolar, la acusación alega que cuando se le requirió para someterle al test de alcoholemia se encontraba "circulando con el vehículo".
Las versiones no coinciden. El conductor, un ex coronel de la armanda ucraniana de 51 años, mantiene que cuando llegó la policía, estaba apeado del autobús, hablando con un compañero y que, en ese momento, era un "simple peatón que podía beber lo que quisiera".
El abogado defensor, Narciso Martínez, aseguró que Andrei se encontraba en la calle cuando llegaron los agentes -que se presentaron tras ser alertados por la llamada de una vecina- y que subió al autobús "sólo para someterse voluntariamente a la prueba".
Ninguna de las partes llegaron ayer a un acuerdo por lo que la vista se aplazó para el próximo 6 de mayo en la Ciudad de la Justicia por el juzgado número 4 de lo Penal. La Fiscalía solicitó la máxima sanción para el conductor que fue sorprendido con una tasa de 0,88. Martínez, por su parte, sostuvo la inocencia de su defendido "porque no conducía el autobús ni era ya empleado".
Había dejado de serlo tan sólo dos horas antes de que acudieran cuatro efectivos de la Policía Local. El lunes estaba trabajando únicamente "para hacer un favor mientras encontraban un sustituto". Pero esa misma mañana Andrei tuvo un incidente con uno de los estudiantes del instituto de Bétera a los que llevaba cada mañana que precipitó los hechos.
"Ya había tenido problemas con él. No se quería poner el cinturón y el lunes entró fumando marihuana. Al llegar al instituto fui con él al director y le dije que ese chico no volvía a subir al autobús. Me dijo que esto no era la armada y que no podía tomar esa decisión. Llamó al padre y a la Conselleria de Educación y recibí la llamada de mi jefe diciéndome que ni siquiera acabara los recorridos del día", dijo Andrei, que estaba en la empresa desde septiembre y que, anteriormente, conducía autobuses para personas discapacitadas.
Sus exigencias eran la causa de las trifulcas constantes que mantenía con su jefe y por las que el viernes anterior había decidido rescindir el contrato. "Me decía que era demasiado estricto pero yo no quería tener la responsabilidad de llevar un autobús con gente que no llevaba el cinturón puesto", reconoció.
Habrá que esperar tres meses para que se desvelen algunas de las contradicciones del caso, como la de quién dio la voz de alarma a la Policía Local y dónde estaba el hombre cuando fue visto ebrio. Según las primeras informaciones, una vecina de la zona lo sorprendió comprando cervezas en un supermercado próximo al colegio Mas de Tous, donde poco después tenía que recoger a 57 escolares. Pero el conductor aseguró que fue andando hasta un bar cercano a un centro comercial para comer y que no había "ningún supermercado cerca".
Lo cierto es que la Policía encontró latas vacías de cerveza en el interior del vehículo, lo que sustentaría la versión de la vecina. "El domingo se había hecho un servicio a turistas por Benidorm y no dio tiempo a limpiarlo. Es la única explicación que encuentro a que esas botellas estuviera ahí", comentó el acusado, que vive en Mislata con su mujer discapacitada y que llegó hace nueve años con un asilo político.
Tanto el abogado defensor como el conductor se mostraron optimistas de cara al juicio de mayo. "Ganaremos porque demostraremos que él no estaba conduciendo ni tenía intención de hacerlo".
Para ello, llevarán de testigos tanto a la monitora que acompañaba a Andrei en los recorridos, como al jefe de la empresa y al compañero con el que hablaba cuando llegó la Policía Local, sobre las 17 horas del lunes.
Mientras esperan a que se celebre el juicio, el acusado reconoció que se encuentra en una situación "difícil" porque es consciente de que, hasta que no haya una sentencia, "ninguna empresa querrá contratarme y tendré que irme de Valencia porque ahora por la calle me reconocen y me llaman asesino", aseguró.
blledo@lasprovincias.es
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