La Universidad valencianay la Fórmula 1

La fotogenia es una cualidad que no todo el mundo tiene. Supone la capacidad para salir favorecido en las fotos. Hay quienes solo se dejan fotografiar con su perfil bueno; hay otros que dominan el gesto perfecto y lo ensayan cada vez que se ponen delante de una cámara y los demás, pobrecitos, padecen la eterna fobia del objetivo y hagan lo que hagan siempre salen mal: con los ojos cerrados, con la boca torcida o con una nariz imponente que tapa el resto de la cara. Es decir, hay quienes tienen absoluta fotogenia y quienes la tienen a tiempo parcial.

Eso le sucede a Francisco Camps, quien queda mejor en las fotos con Bernie Ecclestone, el patrón de la Fórmula 1, que en las que se hace con los rectores de las universidades valencianas, aunque sea en una escena de reconciliación en Alicante.

Será, quizás, porque no se ha planteado crear otra Fórmula 1, virtual e internacional, restando recursos para el circuito que hará las delicias del dueño de las principales carreras mundiales. Con este no se enzarza en un tira y afloja hasta que no puede más, ni aplaude a uno de su equipo mientras ningunea a otro, ni justifica la creación de un circuito en Patraix porque el del puerto no se deja correr bien.

El problema no es la especial relación de Camps con el mundo universitario sino el peso que la educación tiene en su gobierno. La Universidad, aún necesitada de apoyo institucional, tiene una capacidad de maniobra diferente a la de los centros escolares. Ellos no pueden conseguir, por ejemplo, financiación de las empresas para sus proyectos. Por eso sorprenden las prioridades que establece el Consell en esa materia: retruécanos para la Ciudadanía, impulso del inglés como ariete político o máxima preocupación por el uniforme, interesante pero secundario. Mientras, el Circuito de Ecclestone compartirá escenario con barracones y falta de plazas escolares. Una foto, más bien fea, que no podrá taparse con lonas.