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La desertificación se alía con la crisis hídrica
Medio Ambiente

La desertificación se alía con la crisis hídrica

El limitado acceso de agua dulce en el mundo se agrava con los problemas derivados del cambio climático

EXTRAS LP

Martes, 17 de junio 2008, 05:06

Uno de los principales problemas que sufre el mundo es la sequía. Muy pocas regiones en el mundo no la padecen y, en ciertas partes del África, son letales. Todavía se recuerdan los efectos de sequías como la saheliana, que asoló el continente entre 1968 y 1973, diezmando manadas y rebaños, ocasionando la muerte de un número desconocido de pastores y agricultores, y produciendo grandes daños al suelo y a la vegetación natural.

La sequía, por el limitado acceso al agua dulce en todo el mundo, está empeorando en estos momentos la situación y la calidad de vida de millones de personas. De acuerdo con el Informe de Desarrollo del Agua a Nivel Mundial de Naciones Unidas, en 2006 mil millones de personas en todo el mundo "carecen de acceso a un mejor abastecimiento de agua y 2.600 millones no tienen acceso a un saneamiento mejorado. Además, "en muchas partes del mundo, la cantidad de agua disponible está disminuyendo y la su calidad va en descenso", añade el informe.

Excluyendo el agua de mares y casquetes polares, que no son óptimas para el consumo humano, cada vez menos personas tienen acceso al agua dulce por fenómenos crecientes como el crecimiento de la población, el cambio climático e importantes pérdidas de abastecimiento de agua a través de la contaminación de las fuentes de agua. Al respecto, señalan desde WWF/Adena, "hay una creciente toma de conciencia que el último medio siglo de las intervenciones humanas con el agua corriente que han alterado significativamente la hidrología mundial". "Al igual que con el exceso de producción de gases de efecto invernadero, esto puede tener consecuencias que son en sí mismas una amenaza de las condiciones para toda la vida", avisan desde la oficina española de la oenegé.

Un problema global

En Europa, los países frente al océano Atlántico "están sufriendo sequías recurrentes, mientras que el uso incontrolado de agua, turismo y regadío de las cosechas pone en peligro los recursos hídricos del Mediterráneo". La intervención de la Unión Europea al respecto a través de la Directiva Marco del Agua es muy necesaria para la comunidad porque plantea intervenciones para el 2015, aunque "su aplicación es irregular en algunos países", matizan desde la organización ecologista para quienes la situación se ve "exacerbada aún más por los escenarios de cambio climático que derivan en una menor precipitación, el aumento de la evaporación y el cambio de patrones de deshielo". La contaminación también preocupa mucho en la zona, así como la salinidad que amenaza importantes zonas de riego.

Otras zonas del planeta, como Australia, tampoco están mejor. La gran isla continente, cada vez más seca, está tomando medidas de eficiencia hídrica y aplicando restricciones para lidiar con el problema. Japón, por su parte, presenta una alta tasa precipitaciones pero se enfrenta, por su elevada población, a bajos niveles de agua per cápita. De hecho, hay ciudades japonesas que se ven amenazadas tanto por la escasez de los recursos hídricos per cápita como por las inundaciones. A ello, se une la contaminación de los suministros de agua, incluyendo las aguas subterráneas y los acuíferos. Todo ello, eso sí, acompañado por un compromiso "serio" y una "mejor" gestión del agua que se extiende a la "reparación y mejor la protección de áreas naturales dañadas", señalan desde Adena.

En España, según explica Julio Varea, responsable de la campaña de contaminación de Greenpeace, "seguimos inmersos en una fase de sequía que comenzó en 2004 y que incluso puede convertirse en histórica al ser más larga que la del 92-95, una situación a la que no ayudan las abundantes precipitaciones de las últimas semanas que rellenan embalses artificiales, perjudicando a los acuíferos, que se sobrecargan".

El apoyo a gran escala de la industria y el crecimiento de la población utilizando altas tasas de los recursos hídricos ha llegado a niveles que están cerca de agotar el suministro de agua en algunas de las primeras ciudades del mundo y amenazando, si no a la mayoría, sí a un gran número de países. Las opciones para paliar esta situación pasan por la captura de lluvias, el reciclaje de agua, la minería de alcantarillado, el agua de transporte de los lugares más remotos, la desalinización del agua de mar, la protección de las captadores hídricos, el mantenimiento de caudal en los ríos y por una mayor responsabilidad en materia de contaminación.

Aunque parezca extraño el principal contaminante del agua es la sal, un particular problema para muchas zonas de regadío y las zonas costeras con los acuíferos explotados. A la sal, le siguen "los fertilizantes y los residuos de plaguicidas para la agricultura que han llegado a afectar a los acuíferos más profundos", añaden desde Greenpeace. Pero la lista se completa con otros posibles contaminantes, como sustancias químicas, patógenos humanos, y tóxicos componentes del suelo como el arsénico movilizado por falta de agua en procesos de gestión que actúan de forma natural con un desenlace: agua no válida para el consumo humano.

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