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LAURA PUERTA AXPE
Domingo, 29 de junio 2008, 07:13
A los británicos más monárquicos les hicieron ayer los ojos chiribitas, y a más de uno se le derramó seguro el té de su puntual . Y es que lo primero que vieron al abrir el famoso diario inglés fue un fotomontaje de la Reina Isabel II de Inglaterra ahí, con poderío, sonriente y con la cabeza cubierta con la típica gorra roja de los dependientes de la famosa cadena de hamburguesería McDonalds. Para completar el disfraz, una etiqueta pegada a la camiseta de franjas rojas y grises en la que puede leerse el diminutivo de su nombre, Liz. Sólo faltaba la foto de empleada del mes en pared. Y todo este "tinglao" se ha montado, según el rotativo británico, porque el Crow Estate, que reúne los bienes raíces de la Corona, ha invertido 92 millones de libras, es decir, la friolera de 116 millones de euros, en un complejo comercial en la localidad de Slough. Y en el lote va incluido un establecimiento de la cadena McDonalds.
Así, la soberana se ha ganado por méritos propios el jocoso sanbenito que le atribuye el diario en su información: Burger Queen, La Reina de la Hamburguesa. Para más inri, la reina Isabel II no tendrá que esperar mucho si decide mandar a alguien a buscarle un real, ya que al parecer el centro comercial de marras está ubicado en las proximidades del castillo de Windsor.
Según el rotativo, desde los apartamentos reales la soberana puede ver incluso la real hamburguesería al otro lado del Támesis . "Estamos encantados de que nos haya elegido en vez de a Burger King", -la cadena rival- se felicitaba un representante de McDonalds.
Entrada muy estrecha
El mismo sujeto duda incluso de que la reina pase por allí a recoger la cena antes de ir a palacio. ¿Y por qué duda? Cuestión de infraestructuras. "La entrada para que los automovilistas puedan recoger sus hamburguesas sin salir del coche es demasiado estrecha para el Rolls-Royce de la soberana", sentenció. Seguro que si busca en su flota de vehículos encontrará uno de tamaño más adecuado para llegar al telefonillo de pedidos.
El personal de palacio sin embargo y contra todo pronóstico, no está muy seguro de que a su excelencia vaya a apetecerle un real Big Mac. Está claro que tampoco cuentan con que pueda enviar a buscarlo a algún afortunado miembro del personal de servicio. Ni qué decir de mandar a un miembro de su Guardia Real, aunque éstos aguantarían bien las largas colas.
Además, en el susodicho establecimiento no admiten perros. Así que si tiene que dejar a sus cuatro corgis atados a una farola, por muy británica que ésta sea, seguramente optará por un menú un poquito más monarquico, .
De todos modos, y teniendo en cuenta, según informó el jefe de finanzas de la Casa Real, sir Alan Reid, que necesitan de modo urgente 40 millones de euros para el mantenimiento del Palacio de Buckingham, del Castillo de Windsor y otras propiedades reales, a la flema británica no le queda más remedio que brillar con todo su esplendor y por si acaso, hartarse de hamburguesas, no les vayan a pegar el gran "sablazo" para sufragar los gastos reales en cuando menos se lo esperen.
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