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PACO MORENO
Miércoles, 1 de octubre 2008, 03:38
Una treintena de zonas de huerta de la ciudad están en peligro y la Federación de Vecinos quiere hacer algo al respecto. El primer paso es la presentación de alegaciones al Plan de Protección de la Huerta, adelantadas ayer a LAS PROVINCIAS. Todas las asociaciones situadas en la periferia han tenido la oportunidad de opinar sobre la situación en la que sobreviven los últimos restos agrícolas de la ciudad.
¿Qué ven en peligro los vecinos? Citan como ejemplo la acequia de Rascanya, en la parte de la huerta de Alboraya. "Históricamente han existido hasta cinco molinos, de los que sólo quedan tres, los primeros, muy deteriorados aunque vale la pena conservarlos".
La Conselleria de Territorio tiene en exposición al público el plan, que pretende conservar y poner en valor la huerta que queda en Valencia y su área metropolitana. Según el documento vecinal, es necesario conservar el "estrecho corredor" de campos que subsisten entre Alboraya y el barrio de Benimaclet, debido a que mantiene parte de su trazado original y acequias en uso.
Una parte de estos terrenos forman parte de las recalificaciones previstas en la revisión del Plan General de Valencia. Por este motivo, la entidad vecinal ha pedido que los dos municipios coordinen la "salvación de los pequeños trozos" que se mantienen en la ciudad y en Alboraya.
El entorno del Monasterio de San Miguel de los Reyes es una pequeña joya del paisaje, aunque la construcción de las cocheras de Ferrocarrils han perjudicado en gran medida este tramo de huerta, en opinión de la Federación de Vecinos. Por esta razón se debe "limitar la construcción de edificios en las cercanías".
También en la parte norte de la ciudad, la ronda ha partido la antigua huerta de Petra. "Después de haber desaparecido los tres grandes espacios de riego bajo los barrios de Campanar y Torrefiel, a la acequia (de Mestalla) sólo le queda por regar la de Petra, donde destaca una alquería islámica".
Se trata de uno de los espacios agrícolas más antiguos de la ciudad, donde hay que conservar "el trazado de sus cuatro brazos y proteger su diseño evitando más intervenciones que lo rompan. Se tiene que evitar el crecimiento de Poble Nou".
La huerta de Campanar también aparece en las alegaciones. Recuerda la Federación vecinal que el crecimiento de este barrio, así como la vecina Mislata, han alterado en gran medida los itinerarios de las acequias.
No sólo eso, sino también los daños producidos en el azud de la acequia de Rascanya, una "magnífica obra de sillería del siglo XVII; las agresiones de los últimos años hace necesaria su rehabilitación, además del azud de Favara, con las mismas características que la anterior y enterrada bajo montones de escombros cerca de la V-30".
Las obras de la línea de alta velocidad también han afectado al paisaje de huerta, en concreto en la entrada a la ciudad desde el nuevo cauce. La alquería de Rocatí ha quedado apenas a unos metros del viaducto que cruza el Plan Sur, tan cerca que el Ministerio de Fomento ha tenido que expropiarla para su cesión posterior a la Generalitat.
La huerta de Faitanar, en la zona que limita Valencia con Paiporta y Picanya, grandes infraestructuras han "machacado" este paisaje. La ampliación de una autovía, otras cocheras del metro y la plataforma ferroviaria del AVE hace que se corra el riesgo de que desaparezca por completo.
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