La fiesta motera se tiñe de luto
Un aficionado fallece en accidente en la carretera entre Cheste y Vilamarxant
T. CALERO
Sábado, 25 de octubre 2008, 13:53
Ni el aumento de los controles policiales, ni la decisión de alejar del casco urbano la fiesta motera. Tras el negro balance del pasado Gran Premio de la Comunitat, con tres víctimas mortales, la edición de este año también se tiñó anoche de sangre. Pasadas las 23 horas, un motorista falleció en la carretera que une Cheste y Vilamarxant. Según testigos presenciales, fue un accidente aislado, que se produjo en plena vía, sin que ningún otro vehículo se viera implicado y a apenas 200 metros de un puesto de Protección Civil, lo que no pudo salvarle la vida. Al cierre de esta edición era el más relevante de los incidentes registrados, si bien no el único, ya que 11 personas habían tenido que ser atendidas por traumatismos y leves intoxicaciones etílicas en una noche que se presumía muy larga. La noticia de la muerte de este motorista corrió como la pólvora por las calles de Cheste y del polideportivo municipal, lugar escogido este año para que los aficionados trasladaran sus habituales exhibiciones a dos ruedas. Nada hacía presagiar un suceso tan grave, ya que hasta entonces el civismo presidió los festejos. Sin embargo, a última hora el alcohol y las ganas de fiesta comenzaron a hacer estragos. En la avenida de Castilla, calle principal de la localidad del Camp de Túria, se registraron las primeras peleas aisladas. Además, cada vez más motoristas circulaban sin casco. Un problema que se había tratado de evitar. Cheste no quería sufrir las desgracias de años anteriores y la seguridad se ha convertido en un objetivo básico. Los controles policiales se intensificaron a lo largo de la noche, sin que por ello el gran premio perdiera un ápice de su esencia. El ruido de las máquinas siguió siendo protagonista entre las barras de los locales instalados en la calle. Hasta los herméticos restaurantes chinos se sumaron a la fiesta colocando potentes equipos de música en el exterior de su local. La plataforma antirruido constituida por vecinos de Cheste estaba preocupada ante la llegada masiva de gente y también hizo presión para impedir que los moteros cometieran imprudencias en la vía pública. "Para nosotros es una bendición que las motos estén más controladas", señalaba uno de estos vecinos. No estaban tan satisfechos los comerciantes, preocupados por el descenso del negocio (sobre todo en la hostelería), aunque también convencidos de que hay más causas por las que las ventas ha bajado tan alarmantemente. Según la propietaria de Talleres López, "la lluvia es la que ha provocado una menor afluencia de gente. De todas formas, esperamos que durante el fin de semana se alegre la situación". Hasta que la fiesta se desbocó, el casco urbano de Cheste cedió el protagonismo al polideportivo municipal habilitado especialmente para la ocasión. En este recinto se encontraban diversas atracciones de feria, un escenario para los conciertos que se suceden a lo largo del fin de semana y numerosos bares donde saciar el hambre y la sed, churros y castañas. Para las motos, un espacio habilitado para realizar las exhibiciones prohibidas dentro del pueblo. Explosión de motores, caballitos y gomas quemadas. La pista de fútbol sala municipal se convirtió por unos días en un circuito. Allí, moteros llegados de todas las partes de España y del mundo podían realizar sus piruetas. En la grada, numeroso público aplaudía y observaba con atención el espectáculo. José Luis, de Tarragona, estaba visiblemente contento: "Es un viaje que se programa con mucho tiempo de antelación y es una iusión poder venir a estos sitios rodeado de gente que comparte la misma afición. No tiene ni punto de comparación con Jerez." Lourdes, también llegada de fuera de la Comunitat, no desprendía el mismo entusiasmo. "Otros años me ha gustado mucho más y me esperaba más fiesta. Suelo venir a las Fallas y tengo muchos conocidos aquí". Mientras hablaba, una charanga amenizaba la noche, mientras que una atracción llamada La Bola despertaba expectación, ya que era capaz de empujar hacia arriba a los usuarios con su propio peso. Fernando se sorprendía de la afluencia de aficionados, inferior a otros años. "Yo suelo viajar a todos los circuitos de Europa y esperaba más fiesta", lamentaba. El ambiente que se vivió anoche en Cheste era muy distinto al del jueves. Esa noche las motos en la avenida de Castilla eran contadas. Los puestos estaban ya montados. Pero recogidos. Los bares, eso sí repletos: "Nunca habíamos cenado sentados en Cheste. Cogíamos un bocadillo y cervezas de las barras y ya está", aseguraba sorprendido un vecino de Valencia.
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