Los refugios antiaéreos de la guerra civil que quedan en la Comunitat carecen de protección
De las más de 670 guaridas que se construyeron, en la actualidad solamente 18 de ellas se mantienen en pie y la mayoría están en Valencia
J. ABIETAR ZAHONERO
Lunes, 27 de octubre 2008, 08:55
La investigación que ha abierto el juez Garzón para elaborar un listado de desaparecidos entre 1936 y 1951 ha traído a la actualidad muchos otros aspectos de la época como son los refugios. En su momento fueron vitales, espacios que permitieron que mucha gente salvara su vida guareciéndose de los bombardeos. Los refugios de la guerra civil que se construyeron en la Comunitat ofrecieron a los ciudadanos una protección que estas construcciones de la historia valenciana no tienen en la actualidad. Se trata de más de 670 guaridas en las que la gente se cobijó y que hoy están descuidadas. El investigador valenciano y portavoz del Grup per la Recerca de la Memoria Histórica, Matías Alonso, explicó que todos "están en peligro, carecen de protección tanto a nivel local como autonómico". Una situación que no se da en otros países como Francia o Italia donde "los refugios están protegidos a través de un programa europeo que ofrece ayudas para la conservación a perpetuidad de estas construcciones". El Consell Valencià de Cultura (CVC) también destacó este mismo aspecto en un informe que elaboró en julio de 2007. Y eso que en la Comunitat hay numerosas de estos cobertizos, unos 300 en Valencia, más de 120 en Alicante y otros 250 en Castellón. Pues bien, de todos ellos solamente 18 quedan aún en pie. El resto han desaparecido, bien porque se haya construido sobre ellos, o simplemente porque se han derruido. El tema recobra actualidad con las actuaciones de Garzón pero ya ha sido estudiado. En 2002, el que fuera presidente del Colegio de Arquitectos de la Comunitat, Francisco Taberner, elaboró un informe exhaustivo sobre los refugios. En el documento (los datos que incluye sólo han cambiado para empeorar), cita que son numerosos "los restos que se mantienen de las obras de protección antiaérea". No obstante, añade el texto, "la comprobación sobre el terreno es en ocasiones difícil por encontrarse la mayoría" de estas construcciones "en edificios de propiedad privada y ser desconocidos incluso para los propios ocupantes actuales del edificio, o, en algunos casos, haberse procedido a su condena". Esta última afirmación justificaría los pocos refugios que hoy quedan en pie. Alonso aclaró que hay que diferenciar los refugios públicos y los privados. En la provincia de Valencia hubo 50 de los primeros que, según señaló el investigador, "son un ejemplo técnico para toda Europa". Empezaron a construirse tras el primer bombardeo "el 14 de febrero de 1937", situándose la mayoría "en las inmediaciones de las estaciones ferroviarias y los puertos". En cuanto a los segundos, el investigador valenciano aseguró que cuantificar con exactitud el número es complicado porque "fueron muchos los particulares que optaron por construirse refugios debido a la situación que existía". En cualquier caso, la cifra se situaría alrededor de los 250. Pero el ingenio de las personas iba más allá. "En las zonas como Gilet y otros municipios del interior eran también aprovechadas las muchas cuevas que había para guarecerse de los bombardeos", añadió Alonso. En la provincia de Valencia, y la mayoría de ellos en la capital, solamente quedan 15 de las 300 construcciones en pie. El instituto Luis Vives, Balmes, Trinitarios, el ayuntamiento, la Gran Vía, uno en una tienda en pleno centro, el de la calle Alta y el de la estación de tren son solamente algunos de los ejemplos de cobertizos que aún se conservan. Castellón, muy cerca Las cifras de la provincia de Castellón en cuanto a número de refugios se aproximan a las de Valencia. Son 250 infraestructuras antiaéreas, 50 de ellas de carácter público y el resto privadas, según confirmó el portavoz del Grup per la Memòria Històrica, Juan Luis Porcar. Igual que sucede con las construcciones de Valencia, el investigador castellonense aseguró que ninguna de las que existen en la provincia "están protegidas". Además, añadió que en la actualidad solamente se mantienen en pie "como mucho tres de los refugios". Se trata de los de la plaza de la Independencia, la plaza Tetuán y nuevamente un instituto, en el interior del Francisco Ribalta. A ellos se añaden los numerosos privados de los que no se tienen datos si pudiera quedar todavía alguno de ellos. Por provincias, aquella que cuenta con menos refugios es Alicante, pese a que la capital fue una de las ciudades más bombardeadas durante la guerra civil. "Hasta 71 veces dejaron caer su carga los aviones", según señaló el investigador alicantino, Enrique Cerdán Tato. El propio historiador, basándose en un informe de la Junta de Defensa Pasiva realizado en julio de 1938, explicó que la provincia tenía en esa fecha "55 refugios construidos y estaban en marcha o proyectados otras 37 edificaciones, todas ellas públicas". Aún siendo la comarca con más cobertizos edificados por las administraciones públicas (hasta 92), en el mismo texto de lo que hoy es la comisión informativa de los ayuntamientos, se toma la decisión de "fomentar las iniciativas privadas para construir refugios, facilitando el asesoramiento y ayuda que precise". Pese a ello, Cerdán Tato manifestó que los particulares "no construyeron más allá de unos 25 ó 30 refugios". El aspecto dramático viene cuando se comprueba que actualmente "no queda ninguno en pie", manifestó el historiador. El propio investigador, junto a otros colaboradores, está "tratando de localizar galerías subterráneas" que, presumiblemente, "estaban en buen estado hace entre 30 y 40 años" y que, además, "deberían tener amplias salas donde pudieran estar las personas refugiadas". A estas casi 700 guaridas que estaban en las ciudades, "hay que añadir las que los particulares se construían en los campos", dijo el historiador valenciano Matías Alonso. Una hipótesis que confirmó Amparo Sampedro, una de las personas que tuvo que usar una de estas instalaciones por un bombardeo. Esta mujer aseveró que siempre que iba al campo en Massamagrell con su familia y llegaba una de las avionetas que llevaban bombas se metían todos en un refugio que parecía un hoyo, pero no quedaba otra". Otro aspecto que, para Alonso, es sintomático del ingenio de la época son los materiales que se usaban para hacer capas sobre los refugios y así evitar que las bombas los destruyeran. "En mitad de las capas de hormigón se ponían otras que se rellenaban con algas de la playa e incluso con cáscaras de maíz. Aunque no lo parezca, estos materiales absorbían todas las ondas que generaban los impactos de las bombas e impedían que se dañaran los refugios", aseguró el investigador valenciano. Según Alonso, ningún cobertizo "es visitable" porque "no se les da la importancia histórica que tienen". Además, añadió, "son una muestra de lo que la sociedad civil es capaz de hacer en momentos necesidad". Por ello, y como ya solicitó en su día el Consell Valencià de Cultura, se ha pedido en varias ocasiones al Ayuntamiento que dé protección a estas construciones.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.