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VICENTE LLADRÓ
Martes, 25 de noviembre 2008, 11:21
Un millar de inmigrantes que se dedican a la recolección de cítricos protagonizaron ayer una espontánea manifestación de protesta en el polígono industrial del Mas del Jutge Torrent, donde se concentran a diario para ser contratados en dicha tarea. Los amotinados reclamaban cobrar mejores salarios y se quejaban de los recortes que sufren últimamente en sus ingresos. En su mayoría eran africanos y sudamericanos y, en menor medida, magrebíes y europeos del Este. La protesta tuvo lugar a primeras horas de la mañana, a partir de las ocho, y el desencadenante fue un pequeño grupo de inmigrantes, unas diez personas, que hicieron ostensible su malestar al considerar que en su última paga les habían descontado parte de lo que debían percibir, cosa que consideraban improcedente. Al hacer partícipes a otros compañeros de estas circunstancias apelaron a realizar un plante y no ir a recolectar naranjas o mandarinas, cosa que fue secundada de inmediato por los varios centenares de collidors inmigrantes que se concentraban a esa hora en dos explanadas de aparcamientos que hay contiguas a los populares bares Casa Granero y Casa la Curra. A continuación tuvo lugar un corte de la carretera, más que nada por la repentina aglomeración de personas y sus vehículos, y en algún caso hubo conatos de enfrentamientos. La rápida presencia de gran número de agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil impidió que el problema llegara a mayores. Las fuerzas del orden mantuvieron controlada la situación y los manifestantes fueron desapareciendo poco a poco del lugar. La gran mayoría acudió a los campos donde estaba previsto desde el principio que trabajaran. Hacia las diez de la mañana volvió por entero la normalidad. Este lugar es punto de reunión habitual de los collidors inmigrantes porque se asientan las oficinas de la Empresa de Trabajo Temporal (ETT) Aire Interim, que emplea a diario a más de dos mil personas, "todas ellas cumpliendo estrictamente la legalidad", según manifestó ayer a LAS PROVINCIAS su responsable, Enrique Mingacho. Cada trabajador tiene que identificarse a diario, antes de ponerse a trabajar, mediante su documentación en regla y con su huella digital captada por un dispositivo informatizado. Quienes no cumplen ambas cosas no son empleados. Después se realizan nuevas revisiones en campo. De esta manera se evitan anomalías, como que se cuelen operarios no identificados previamente o que unos les pasen la tarea a otros no documentados, cosas que han ocurrido con cierta frecuencia. Los recortes de ingresos que han motivado esta protesta se deben a dos factores. Por un lado, la mayor disponibilidad de mano de obra, local e inmigrante, provoca que muchos collidors no dispongan de trabajo todos los días, y la mayor precariedad se decanta del lado de los de fuera. Por otra parte, almacenes citrícolas (privados y cooperativas) realizan descuentos de sueldo a los recolectores en función de la falta de peso en las cajas que cargan y por incumplir la exigencia de coger sólo fruta comercial. El porcentaje de frutos de calibre pequeño que llega al almacén se deduce de su paga porque esta campaña los cítricos menudos son invendibles por acuerdo de Intercitrus y haber desaparecido las ayudas para zumos. Se trata, en definitiva, de nuevas aristas de un mismo problema más amplio: la aguda crisis agraria y citrícola en particular, que alcanza también a los collidors inmigrantes y hace temer nuevos altercados.
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