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El ex presidente de Extremadura Rodríguez Ibarra, ayer, en Valencia.
Juan carlos rodríguez ibarra profesor y ex político

"Si traes el gas de Rusia, ¿por qué no va a venir el agua al sur desde los Pirineos?"

El ex presidente de Extremadura cuenta en su libro de memorias su enfrentamiento con Narbona por el Plan Hidrológico

RAFA MARÍ

Miércoles, 3 de diciembre 2008, 18:00

Cuenta en sus memorias, publicadas por Planeta, que en los años ochenta se opuso con firmeza a la idea de Felipe González de instalar una central nuclear en la población extremeña de Valdecaballeros. "El día en que se abra, abandonaré la presidenta de la Junta de Extremadura", le anunció al entonces todopoderoso secretario general del PSOE. Extremadura, argumentó Ibarra, donde la industria brillaba por su ausencia, no debía convertirse en la primera potencia nuclear española, con los peligros que ello conlleva, para abastecer de energía a otros territorios que sí tenían una fuerte producción industrial. "Me gusta que el presidente de Extremadura esté dispuesto a defender los intereses de su región por encima de los intereses partidarios", le respondió Felipe. En 'Rompiendo cristales. Treinta años de vida política', libro que ayer presentó en Valencia, el ya retirado político -un infarto en 2007 precipitó una decisión barruntada tiempo atrás- rememora su infancia, la Transición, la dificultosa puesta en marcha de las autonomías, su buena sintonía con Alfonso Guerra, Felipe González (pese a las discrepancias) o el Rey Juan Carlos (pese al republicanismo de Ibarra), y por contra su mal rollo con Aznar o Narbona. -Estuve hace poco en Cáceres. Desde Valencia el trayecto duró unas seis horas, gracias a la autovía Madrid-Badajoz. El mismo trayecto me costaba en los años 70 unas diez horas. -Esa autovía ha sido muy importante para nosotros. Siendo Álvarez Cascos ministro de Fomento me entendí muy bien con él en ese tema. El mapa de España se ha vuelto pequeño gracias a los avances en las comunicaciones. Antes, uno de los principales problemas de Extremadura era el aislamiento y la imagen deformada que se tenía de nosotros a causa de Buñuel y su documental 'Las Hurdes', o de 'Los santos inocentes'. Mucha gente que visita ahora la región afirma que es la gran desconocida de España. Pues imagínese usted hace 25 años, cuando se constituyó la Junta de Extremadura. Por cierto, ¿cómo ha encontrado Cáceres? -Muy bonita, nada cara y con unos magníficos servicios. -Me llenan de satisfacción esas palabras. -Siendo ya presidente extremeño, cuando iba a la Moncloa tenía que acreditarse porque en la entrada nadie le conocía. ¿Lo vivía como una humillación? -Personalmente no, pero como presidente de Extremadura sí. Por eso título mi libro 'Rompiendo cristales', porque metafóricamente he tenido que tomar actitudes enérgicas para que la gente conociese las necesidades y exigencias de mi tierra. -Mantuvo un pulso con Felipe González a cuenta de la central nuclear de Valdecaballeros, que finalmente no se instaló. -Fue la primera victoria de Extremadura en doscientos años. El anterior régimen tenía a Extremadura como el estercolero de España. Y UCD continuó con ese planteamiento. -Y con el PSOE al principio: Felipe sí quería poner la central. -Pero Felipe, que es un hombre de Estado y un gran español, comprendía mi discrepancia. -No así el ministro Solchaga, al que usted califica, en aquel conflicto, como "un niñato mal encarado y mal educado". Al final lo envió usted "a tomar por culo". -Tengo ahora por Solchaga el mayor de los respetos, pero entonces tuvo una actitud despótica. Cuento aquel enfrentamiento para mostrar las dificultades que padecí como presidente de Extremadura, incluso con mis propios compañeros de partido. Seguro que esa actitud no la hubiera tenido Solchaga con Pujol. -Por cierto, Pujol ha dicho esta semana que no cree conveniente un referéndum en Cataluña si se recorta el Estatut. Algunos creen que muchas pujas soberanistas van en realidad de farol. -Cierta vez un líder autonómico le dijo a un presidente español que ni se le ocurriera concederles la independencia. "Tu debes ponerme una pared infranqueable, y yo luchar contra ella". Es lo que les da votos. Y ese ha sido siempre el juego de Pujol. Amagar y no dar. -Califica de error el nombramiento del diputado valenciano Ciprià Císcar en los años noventa como secretario de Organización del PSOE. Císcar es un buen político y en la Comunitat fue un notable conseller de Cultura. -Mis palabras no son un juicio de valor sobre Císcar, que es un político serio y eficaz. Me refiero a que nos equivocamos en el partido al creer que era un guerrista que había sido propuesto por Felipe. Pero resulta que no era guerrista y que Felipe no lo había propuesto. Nos equivocamos al valorar el recado de un intermediario. -Cuenta el rifirrafe que tuvo con Cristina Narbona, más tarde ministra de Medio Ambiente, al firmar usted en 2001 el Plan Hidrológico. Narbona montó en cólera "porque había chafado su estrategia de oposición al Gobierno de Aznar". -Realmente firmé sólo el anexo al plan, porque las inversiones que el Estado destinaba las consideré ventajosas para Extremadura. No me importó salirme de la línea trazada por el PSOE. -Luego Narbona se vengó. -Ese conflicto aún no me lo ha perdonado. Y ha intentado hacérmelo pagar utilizando en mi contra un proyecto de refinería. La ministra me pidió que por qué no lo instalaba en la costa. "Sencillamente porque no hay costa", le contesté. -¿Narbona ignoraba que Extremadura no tiene costa? -Eso fue lo que me dijo. Yo me limito a reproducir sus palabras. -Ahora el PSOE vuelve a criterios anteriores. Los trasvases ya no están mal vistos por el partido, y no sé si tampoco por el Gobierno. -Se vuelve al año 1982, sí. Y es que el agua va del norte al sur. Si traen el gas de Rusia con una tubería, ¿por qué no va a venir el agua al sur desde los Pirineos? Técnicamente es posible. Y necesario. Eso sí, donde no hay agua lo que no se puede es instalar campos de golf. -Le dio un infarto en 2005 después de una reunión en la que tuvo una tensa confrontación a propósito de las tesis nacionalistas de Maragall. Usted quedó en minoría. -Pero mis problemas de salud venían de atrás, aunque puede que la discusión acelerase el infarto. Maragall cuenta en sus memorias aquel debate y yo lo cuento de otra manera. Sostengo que la versión auténtica es la mía. Maragall se comportó en aquel debate antes como un nacionalista que como un socialista. -Tras su infarto, Maragall es el primer dirigente socialista que acudió al hospital. -Tal vez se sintió algo culpable. Yo ingresé a las ocho menos diez y Maragall acudió al hospital a las ocho y diez. -Se ha retirado usted de la política. ¿Para siempre? -Para siempre. Ni en broma regreso. -¿No la añora? -No, porque yo me fui, no me echaron. El matiz es importante. -Supongo que también habrá renunciado a sus queridos Ducados. -Por completo. Pero alguna vez me fumo un purito. -¿Ha regresado al magisterio? -Ahora doy clases en la Universidad sobre 'Análisis del discurso periodístico en la prensa española'. -¿Duerme mejor que antes? -Mejor, porque ahora, al dormirme, pienso: "Pase lo que pase, no tengo que decidir".

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