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J. BATISTA
Domingo, 21 de diciembre 2008, 12:39
"Estos calabozos son mazmorras de 3x2 metros (6 m2), ocupados por 4 personas; sin ventilación; con la puerta tapiada con una plancha de hierro; donde te duchas, cagas y meas; sin agua corriente, te facilitan 10 minutos de agua por la mañana y 10 por la tarde, imaginar el olor, nunca se limpiaba...incomunicado, la temperatura superaba los 40ºC. Aquí permanecí 68 días, entré con 89 kilos y salí con 69". Este es el estremecedor relato de Jesús Vivas, un valenciano de Xirivella que lleva dos años preso en Cuba, condenado por intentar traficar con drogas en la isla caribeña. Es uno de los 132 ciudadanos de la Comunitat que ahora cumplen condena en 25 países de todo el mundo, de los cuales un centenar están encerrados en las cárceles más crueles de los países más deprimidos del mundo. En total hay 138 valencianos encarcelados (el dato actualizado hasta noviembre de este año, es algo superior al de 2007, ya que entonces estaban presos 119 personas) y la mayoría, es decir 132, están encarcelados por tráfico de drogas y en muchos casos se trata de condenas ejemplarizantes como la de Jesús, que estará en la Unidad Militar la Condesa, una cárcel para extranjeros, 20 años. "Viajaba con el hermano de un amigo mío, que nunca había subido en un avión. Cuando recogimos el equipaje nos registraron por separado. Me registraron la maleta, el equipaje de mano, mi persona y no encontraron nada. A mi compañero, 200 gramos de hachís, y nos detuvieron a los dos", señala este valenciano en una carta a su familia. Fueron trasladados a un centro de detenidos, y cuando pidió llamar por teléfono, le dijeron: "No tienes derecho a nada, excepto a respirar". A nivel estatal sucede lo mismo. Más del 70% de los españoles presos en cárceles extranjeras cumplen condenas por los estupefacientes. Este dato hace que las asociaciones que tienen algún programa de asistencia de reclusos españoles hagan hincapié en no tentar a la suerte. "Acércate a las drogas en el extranjero y cualquier país será tu prisión" es el lema de la última campaña de la Fundación Ramón Rubial. Por lo que cuenta la responsable del proyecto, Eva Soriano, hay que felicitarse del sistema penitenciario español. "Los casos nos llegan a través de los familiares, los propios afectados o incluso del consulado. Lo primero que hacemos es prestarles asesoría jurídica, sin entrar en si es culpable o inocente. Les informamos sobre sus derechos o sobre la ayuda consular", explicó. Un consejo es que, en función del país, desconfíen de los abogados interesados "que ven en las familias una fuente de ingresos". Se trata de personas que buscan el máximo provecho, prometiendo la libertad del detenido por dinero. Es preferible recurrir al abogado de oficio. Dependiendo del país, es casi imposible conseguir la libertad condicional a la espera de juicio", señaló. Jesús fue detenido en 2006, y su juicio llegó en abril del año pasado. Pasó por un centro de detenidos y por la cárcel de extranjeros situada en la región cubana de Güines. "Ocho civiles cubanos declararon que habían fumado hachís conmigo (no era la primera vez que visitaba la isla), y todos negaron que les hubiera vendido droga o que lo hubieran oído a otros", explicó. Testificaron en su contra el Mayor del centro de internamiento donde fue llevado y el fiscal. Su compañero de viaje se negó a declarar. Según explica, al juicio acudió el Cónsul General de España, que al final le felicitó al entender que quedaba claro que no era un traficante. "Cuando me llegó la condena de 20 años no se lo creía", sentenció. Convenios de extradición Los reclusos españoles tienen a favor los convenios firmados con algunos países que permiten la extradición del afectado para que termine de cumplir la pena en España tras sentencia firme. Pero el trámite es lento y el condenado puede tardar año y medio hasta que se ejecute el traslado, según señalaron desde la citada Fundación. El plazo depende de muchos factores, "como del colapso en los juzgados del país de origen". En algunos casos no interesa si se trata de condenas menores. "Así vuelven a España sin tener antecedentes penales", dijo Soriano. En el caso de Jesús, la esperanza de su familia es que se le expulse del país por razones humanitarias, ya que sufre trastorno bipolar y no puede recibir el tratamiento adecuado al faltar un medicamento. "No se me facilita medicación para mi problema psiquiátrico, y paso de una fase maníaca a otra depresiva, con alucinaciones o alteraciones del sueño", prosigue la carta. Desde la Fundación Ramón Rubial explican que es un error mandar grandes sumas de dinero al preso, ya que en algunos países el dinero es robado por otros reclusos. Otra vez, se les vuelve a considerar como una fuente de ingresos. "A los familiares intentamos quitarles esa idea de la cabeza, pues suele ser la primera reacción", señalaron. Aunque hay cárceles de países en vías de desarrollo muy precarias, no se puede generalizar. Desde la Fundación señalaron que los españoles presos encuentran grandes dificultades en las penitenciarías asiáticas, sobre todo por el lenguaje. La carta de Jesús fue enviada a sus compañeros de trabajo para clarificar lo que le había sucedido. Uno de sus últimos párrafos pide ayuda: "Necesito que deis difusión a mi problema en internet, en los blogs, a través de vuestras amistades, (...), que España conozca el sistema judicial y médico que tiene Cuba".
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