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Bella estampa del Monte McKinley, en Canadá.
DEPORTES

Tres castellonenses preparan el asalto a la nevera del mundo

Fuster, Membrado y Monsonís afrontan los -40º C del McKinley

RAÚL RUBIO

Miércoles, 21 de enero 2009, 03:25

Gastarse entre 4.000 y 5.000 euros para soportar temperaturas de hasta 40 grados bajo cero, con el consiguiente peligro de congelación (incluidas posibles amputaciones) que ello conlleva... ¿Hay motivo? Buscar una razón al alpinismo es tarea imposible. El cerebro dice una cosa; el corazón, la contraria. Y al final, gana el Mckinley. Tres castellonenses, Pascual Fuster (natural de la capital de La Plana), Serafín Monsonís (de Burriana) y Jorge Membrado (de Morella) forman parte de una expedición que, junto al valenciano Carlos Benet, intentará hacer cumbre el próximo mes de mayo en una de las cotas más exigentes del planeta, el monte Mckinley (6.194 metros) en Alaska. Se trata de una ascensión tremendamente exigente sobre todo debido al frío polar propio del lugar. Y, para colmo, hay que atacar la cumbre de noche. "Así la nieve está más dura y nos permite hacer un esfuerzo menor", explica Membrado, uno de los cuatro expedicionarios. "Es difícil calibrar realmente el frío que hace allí. Para medir temperaturas por debajo de 30º no hay aparatos asequibles, pero los guardaparques de la zona hablan de unos 40 bajo cero por la noche, lo que supone entre -25 y -28 en la tienda", agrega el alpinista de Morella. Él es el elemento común de la expedición. "Con Carlos hice cosas de espeleología, con Pascual estuve en algunas montañas como el Elbrus (pico de Europa) y con Serafin, en los Alpes", narra Jorge. "Para la mayoría es el reto mas importante, aunque Pascual y yo ya estuvimos en el Aconcagua. Eso sí, será la más fría, incluso más que algunos 8.000", insiste. La meteorología es la clave. En primer lugar, porque es imposible predecir el tiempo al tratarse de una montaña desprovista de protección. Es totalmente cambiante. Ello obliga a hacer un sobreesfuerzo a los expedicionarios. "Estás en altura, aislado, y nadie te puede ayudar, por lo que nos obliga a cargar con más peso, en comida, ropa... Si todo sale bien en 15 días podemos hacer cumbre, pero llevamos provisiones para un mes", explica el alpinista de Morella. Y aquí aparece otro problema añadido: "Mayo no es la mejor época porque hace mucho frío, pero sí lo es por las grietas, que es lo más peligroso, porque entre la mochila y la pulca (una especia de trineo) llevaremos al menos 70 kilos por persona". Es decir, hará más frío pero las grietas serán más asequibles, algo fundamental en una montaña en la que no puedes parar (pues te hielas) ni puedes esforzarte en exceso (pues el sudor se helaría). "Con la nieve más helada, avanzamos más y con el calor y la ropa nos permite aguantar, pero la clave está en no parar. En la cumbre hay unos pasos técnicos y si hay que quitarse guantes, atarse el crampón, alguien que caiga en una grieta... Esos son los peligros", afirma Membrado. La expedición cuenta con un presupuesto de 24.000 euros, aunque la crisis pasa factura tanto a Ayuntamientos y a empresas, por lo que el viaje podría costarles más de 4.000 euros por persona. "Pero ir, vamos. Seguro", dice con rotundidad. Intenso trabajo previo De momento ya ha empezado el entrenamiento, sobre todo en Pirineos (para trabajar grietas, con la ropa, los trineos, la altura...) y a medida que se acerque la fecha clave, tocará ir a los Alpes y a picos del norte de África de unos 4.200 metros para aclimatarse, aunque el Mckinley será diferente. La partida está prevista para el 14 de mayo y el regreso, para el 10 de junio.

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