Borrar
Anna Sanchis posa para LAS PROVINCIAS en un tramo del carril bici situado enfrente del estadio de Mestalla.
Entre el fonendoscopio y la bici
CICLISMO

Entre el fonendoscopio y la bici

La ciclista olímpica Anna Sanchis combina su carrera deportiva con los estudios de medicina. La valenciana partirá mañana hacia Italia, donde ha fichado por el equipo Safi-Pasta Zara

LOURDES MARTÍ

Lunes, 9 de febrero 2009, 03:39

Cuando tenía cinco años le propusieron competir en el equipo de su pueblo. Para ella era simplemente un juego, "una actividad con la que pasar los sábados por la tarde". En aquel momento lo único que le preocupaba era que el color de la ropa que iba a vestir con su equipo fuera "bonita". A sus 21 años queda muy poco de esa niña que participaba en las carreras para "merendar y conseguir una medalla que daban a todos los que corrían". Anna Sanchis ya ha rodado mucho. Por las carreteras de medio mundo. Y por la vida. El pasado verano en Pekín cumplió el sueño de participar en unas Olimpiadas. Desde hace algunas semanas continúa recuperándose de su última operación. Y ya van tres. Mientras deja que su rodilla se restablezca del dolor se presenta a los exámenes. Estudia medicina. "Una carrera no muy difícil pero a la que hay que dedicarle muchas horas, como al ciclismo", asegura. A Anna el deporte de las dos ruedas le viene de familia. Su padre José Salvador fue ciclista profesional. Su madre tenía una tienda de bicicletas en Xàtiva. "Este es mi mundo desde que era muy pequeña. Al principio corría por diversión pero a los 15 años empecé a correr más. Aunque no como ahora. Fue hace un par de años que me lo tomé más en serio". Uno de sus pasos más importantes que dio en su carrera fue en Pekín. Allí vivió unos meses inolvidables. Por lo que aprendió en competición, y fuera de ella. "Mi padre me había dicho lo emocionante que era estar en las Olimpiadas, él había estado en Los Ángeles 84. Pero la sensación que tienes allí no se puede explicar". Anna recuerda que tuvo que demostrar, antes de correr, que ella debía representar a España en Pekín. "Acababan de operarme en febrero y todavía no había tenido tiempo para recuperarme. Pero el seleccionador confió en mí. Y yo le devolví la confianza que había depositado. A él y a todos los que no entendían porque estaba yo ahí". Allí mismo, en China, tuvo que reponerse al dolor que supone que a una compañera le pillen por dopaje. También vivió en primera persona la seguridad de la villa. "Los controles eran muy grandes. Para entrar y para salir del hotel era peor que en los aeropuertos. Me impresionaba ver a hombres armados arriba de los tejados". Y le dio tiempo a conocer un poco la China real. Esa que no salía en los medios: "Pude ver cómo malvive la gente, las chabolas en las que pasan sus días. Fue algo muy duro, muy diferente a todo lo que había visto antes". Al volver de Pekín vivió otro momento para no olvidar. La noticia de que se tenía que volver a operar supuso un jarro de agua fría para ella: "Pensé en abandonar. Pero con el apoyo de los míos conseguí salir adelante". Anna es una enamorada de Xàtiva, su pueblo Genovés, el lugar donde nació y también de Valencia, donde vive entre semana. La deportista disfruta rodando por las carreteras que unen estos tres puntos. Pero dentro de muy poco dejará de hacerlo. Al menos tan a menudo. La olímpica ha fichado por el equipo italiano Safi-Pasta Zara. "Italia es el país donde más importancia tiene el ciclismo femenino". El periplo de la valenciana hacia el país transalpino tiene un porqué: "En España el ciclismo femenino está mal, aunque ahora ha cambiado la Federación y los nuevos integrantes tienen intención de mejorar las condiciones de las mujeres y que tenga auge. Pero la gente también tiene que responder. En España hay nivel, hay buenas corredoras y tienen que implicarse". Anna se marcha a Italia con una condición: que respeten sus estudios. Los consejos de su madre acerca de no dejar de lado su otra carrera han hecho efecto: "Ahora el ciclismo es mi profesión, pero dentro de unos años será una afición. Así que me voy porque respetan la época de exámenes, me han dicho que no hay ningún problema". Anna se siente afortunada. Su nueva escudería le respeta los exámenes. Y en la universidad tienen en cuenta su carrera deportiva: "No me puedo quejar del trato que me han dado los profesores de momento. Siempre han sido flexibles en los exámenes y en las prácticas si he estado en época de competición". La valenciana confía en sí misma. No lleva amuletos, tampoco realiza rituales antes de salir a la carrera. "La competición me la tomo como una afición". Un sentimiento bien diferente al que siente cuando se enfrenta a los exámenes: "Me suponen más estrés. Medicina es muy dura. Hice Magisterio pero me di cuenta de que no era lo mío y cambié". Aunque esté concentrada es difícil olvidarse al 100% de los exámenes, por eso sí que ha hecho alguna escapadita para estudiar: "Durante la preparación del Giro me acostaba tarde pero no se porqué me despertaba a las seis de la mañana, así que cogía los apuntes y me iba al baño a repasar". Y si es difícil compatibilizar los estudios de Medicina con el deporte de élite, todavía lo es más con la música. "También toqué el violonchelo durante una época. Pero lo único con lo que disfruto siempre es con el ciclismo". Mañana marcha a Italia. Anna ya no podrá entrenarse tan a menudo con grandes del ciclismo valenciano, como David Bernabéu, al que considera uno de sus guías y del que asegura que ha aprendido tanto como de su padre.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Entre el fonendoscopio y la bici