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Diario

Confesiones de un escritor

PPLL

Sábado, 14 de febrero 2009, 03:09

Es un diario personal, continuación de otro anterior titulado , que ya fue comentado en su día en la prensa española, entre otros, por Alfonso Guerra, que también se hizo eco de , obra poética del propio autor. Arranca el 1 de enero de 2005 y termina el 31 de diciembre de 2006. Cuando comienza, su padre, Diego Fernández Piera, está enfermo de cáncer. El 28 de marzo de ese mismo año fallece. Pero está presente en todas, o casi todas las páginas del libro, y al final tiene su dedicatoria. En cierto modo, este libro es un homenaje hacia él. A ser padre no se aprende, dice. Es algo innato. Tal vez, la inmortalidad sea eso, o quizá el modo de llegar a ella: perdurar en la memoria de las gentes, y más que perdurar, merecerlo. Muchas de las anotaciones son breves, a veces de una simple línea. Y cuando son más largas, a menudo, se refieren a otras personas. Esas notas permiten un conocimiento cabal del autor, hablan de su vida, de sus desvelos, de sus esperanzas. Pese al título, es un libro tremendamente optimista, puesto que Fernández Magdaleno vive la vida con total intensidad. Son incontables los libros a los que se refiere a lo largo de sus páginas, así como su interés por lo que sucede en el mundo queda reflejado en su continuo contacto con casi todos los periódicos de España. No obstante este amor por la vida, ese optimismo casi genético, uno se imagina a este profesor de piano, brillante, inteligente, adicto a lo auténtico en todos los campos de la vida, paseando por entre la mediocridad circundante, y enseguida piensa en un velero en medio de una tempestad guiado por mano firme hacia un destino decidido de antemano y al que no piensa renunciar. No es fácil la vida para quienes, como él, pretenden regirse por principios éticos. Así, se duele de que Josep Soler tenga compuestas 17 óperas, sin que ninguna de ellas le fuera encargada por un organismo público, mientras que otros autores españoles han tenido asignada la fecha de estreno antes de que hubieran puesto la primera nota en el papel pautado. En otros lugares de ese libro se cuenta que Alfonso Guerra y Carmina Zapata le han tentado para que se dedique a la política. Pero lo que él piensa al respecto es: "Cuando lo pienso, me cuesta salir de una contradicción: mi indudable interés por una actividad que se enfrenta a una estructura jerarquizada, difícil de hacer compatible, en sentido estricto, con un criterio autónomo." VICENTE TORRES

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