Adiós, don Ramón

Son las diez de la mañana. Acaban de instalar la capilla ardiente en el palco VIP del estadio. Ya hay varias coronas de flores y símbolos de aprecio. Frente al féretroDolores Escamilla, con voz entrecortada y retirando las lágrimas de los ojos, pronuncia unas sentidas palabras: "Se nos va lo mejor del Levante." La frase de la directora general del equipo femenino resume el pesar que invade a una afición consternada por el fallecimiento de Ramón Victoria. Ayer, el presidente de honor azulgrana recibió el último adiós, pero todos los asistentes coincidieron en que deja un recuerdo imborrable. Un ejemplo a seguir por la pasión y honradez con que dirigió el club de Orriols durante casi ocho años. Entre 1986 y1994 estuvo al frente de la entidad, siendo el máximo mandatario más longevo de toda la historia azulgrana. Su primer pie lo puso en 1971, entrando en el consejo. Ayer, muchos de los amigos que desde entonces ha dejado por el camino quisieron decirle por última vez "Gracias por ser así". Con toda la amabilidad y cortesía del mundo, Quique Victoria, sobrino de don Ramón, recibía y saludaba uno por uno a todos aquellos que se dejaban caer por la capilla. Un banderín del Levante y una camiseta azulgrana con el nombre del presidente de honor vestían la tumba. Por los alrededores, coronas de flores enviadas por familiares, amigos, peñas, la federación Valenciana de Fútbol, el Villarreal, el Valencia e incluso el Real Madrid. Dentro del estadio, la bandera del equipo ondeaba a media asta. "La figura de mi tío es única en la historia del levantinismo por ser tan querido por todo el mundo. No hay nadie en todo el espectro levantinista que pueda decir una mala palabra de él. En un club complicado como este, espero que la figura de mi tío sirva como referente", apuntó Quico. Tras el entrenamiento, la plantilla al completo, junto al cuerpo técnico y el equipo médico, dieron el pésame a la familia de Ramón Victoria. Un día difícil también para los directivos de la vieja guardia, como son Víctor Santamaría, Javier Navarro, Francisco Fenollosa y Jorge Lucas. Ex futbolistas como Vicente Latorre, Campuzano, Fernando Giner o Manuel Rubiales. Antiguos entrenadores como Miguel Sarrión o Pepe Martínez. Ex dirigentes como Miguel Ángel Ruiz, Rafael Juan, Quico Catalán, Antonio Blasco o Ángel Rubio. Autoridades como Trinidad Miró, consellera de Deportes; Niurka Montalvo, secretaria autonómica del Deporte; Mateo Castellà, director general de Deportes; Cristóbal Grau, concejal de Deportes; Mercedes Caballero, edil socialista; Carmen Alborch, portavoz municipal por el PSPV, o Juan Luis de la Rúa, presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana. El presidente del Sindicato de Pequeños Accionistas, Valetín Serrats, tampoco faltó a la cita. La historia azulgrana, junto a la sociedad y el deporte de la ciudad, encontraron un momento para dar el último adiós a don Ramón. El Valencia también estuvo presente a través de su presidente, Vicente Soriano. "Es una gran pérdida. El levantinismo ha perdido una persona importante", señaló. Instantes después llegó Jaume Ortí, ex mandatario blanquinegro. Tarde, pasadas ya las dos de la tarde, aparecieron las caras de los nuevos propietarios del Levante, Jesús Serna, José Antonio López Lara y Ana Serna. Así se llegó a la misa, oficiada en la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Allí se unió a la despedida Julio Romero. En un día como el de ayer, el ex presidente evitó entrar en polémicas sobre el finiquito que le adeudan los actuales máximos accionistas. Se limitó a transmitir tranquilidad y confianza en que todo se solucionará. En cambio, se echó en falta a otro ex presidente, Pedro Villarroel, quien estaba fuera de Valencia por un viaje de negocios. En su representación acudió a la ceremonia su mujer, María Ángeles. Asistieran o no asisitieran, la multitud de amistades que ha fabricado en vida Ramón Victoria se enorgullecen de haber conocido al que siempre será el presidente de honor del Levante.