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P. HUGUET
Sábado, 11 de abril 2009, 05:17
Como le ocurrió a la autora en su día, escribir tiene propiedades terapéuticas. Contar, negro sobre blanco, lo que a uno le pasa requiere "una actitud reflexiva" y además permite conservar la "perspectiva", ver la evolución de los sentimientos. Eso es lo que pretendía hacer Elisabet Pedrosa (Barcelona, 1969) cuando comenzó a recoger en un diario "lo que sentía, lo que más me dolía". A su hija Gina, que hoy tiene 6 años, le habían diagnosticado síndrome de Rett, una trastorno neurológico de origen genético. La pequeña no puede hablar, no puede andar, no puede comer sola. No tiene ninguna autonomía. es la segunda obra de la autora, tras (2000), un relato sobre su experiencia como cooperante en Brasil. Ahora ha sido publicada en castellano, con prólogo de la periodista y compañera de Elisabet Pedrosa Gemma Nierga, después de obtener cierto éxito de ventas en catalán -unos 6.000 ejemplares-, "para tratarse de un libro sobre una enfermedad". es un dietario que llega al corazón de la gente. De este modo consigue dar a conocer esta enfermedad genética, incurable hoy en día, y ayuda a colaborar con las investigaciones científicas sobre ella que están en marcha. Elisabet Pedrosa sostiene que su experiencia también puede servir para "educar a la gente a nivel emocional", para aprender sobre el sufrimiento ante una discapacidad o cualquier otro problema que padezca una persona. Gina no habla pero da lecciones. Enseña "a vivir con esa intensidad" que ella transmite, porque es una persona que vive, sufre y ama. A pesar de encerrar una historia dura, de angustia, lanza un mensaje de optimismo muy necesario hoy.
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