España colaborará con Italia para reconstruir la fortaleza de L'Aquila, obra del valenciano Pedro Escrivá
El terremoto que ha sacudido el centro de Italia ha causado daños en el castillo del siglo XVI, vestigio del dominio español en la época del emperador Carlos V
F. P. PUCHE
Domingo, 12 de abril 2009, 14:28
Italia entierra a las víctimas de los terremotos del Abruzzo y empieza a volver los ojos hacia sus bienes culturales. Para descubrir con preocupación que, entre los muchos monumentos dañados por el temblor de tierra está también la potente fortaleza de L'Aquila, sede del Museo Nacional del Abruzzo. La impotente obra arquitectónica es particularmente cercana a la sensibilidad valenciana: porque fue erigida a mediados del siglo XVI por el valenciano Pedro Luis Escrivá, constructor de castillos, y porque es el único vestigio de importancia que queda, en aquella zona, de la dominación española en Italia durante la época de Carlos V, el único emperador de Europa y América. El periódico italiano publicó unas declaraciones del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en las que hacía referencia a los daños sufridos por los bienes arquitectónicos y culturales y reclamaba ayudas a la sociedad internacional para restaurar los monumentos destruidos. "Por ejemplo, aquí cerca está el Fuerte Español (de L'Aquila). Podría ser una idea que Zapatero se hiciese cargo de una parte. Todos los países amigos podrían hacerse cargo de la restauración de una iglesia o de un bien arquitectónico", dijo o , como los italianos llaman a su primer ministro. La petición de Berlusconi no ha caído en saco roto y ayer mismo el Gobierno español anunció que colaborará en la reconstrucción de la fortaleza. "El Ministerio de Cultura enviará una comisión de expertos para evaluar los daños producidos, mientras que el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, a través de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional, hará una aportación económica al objeto de contribuir a los trabajos de rehabilitación", indicó ayer en un comunicado el Ministerio de Exteriores. Obama se compromete Barack Obama, que visitaba Europa la semana pasada en el curso de la tragedia del Abruzzo, prometió públicamente dedicar inversiones a ayudar a la recuperación de los bienes culturales dañados por el temblor. Para los norteamericanos, el Abruzzo guarda la memoria de batallas memorables que se produjeron en el curso de la II guerra mundial, a partir de los desembarcos de Nápoles y Anzio. Si el asedio de Monte Cassino fue el punto clave de su acción y sacrificio, la conquista de L'Aquila es también sentimentalmente cercana. Habrá que esperar y estudiar con detenimiento los daños que el terrible temblor de tierra haya podido causar a la estructura de la gigantesca mole de piedra que los generales de Carlos V ordenaron levantar en lo más alto de la colina que domina la población de L'Aquila, la llave de la montañosa región del Abruzzo. Dos aspectos se hacen evidentes con la primera mirada: que la enorme mole de piedra, asentada sobre cuatro bastiones, es la obra de fábrica que mejor ha resistido el temblor de todas las que hay en esta localidad italiana, es una; pero también es evidente que tiene daños, que ha habido desprendimientos en la parte alta de la estructura y también afección a las obras expuestas en sus salas. La directora regional de Bienes Culturales, Ana María Reggiani, tiene sus oficinas en la misma fortaleza, que cautelarmente ha tenido que dejar, al igual que todos sus funcionarios. Ha comenzado a inventariar los daños de toda la comarca y son muchos: para empezar, se ha derrumbado por completo el Palacio del Gobierno en L'Aquila, el edificio que albergaba los archivos estatales de la región. Se ha perdido el castillo de Ocre, asentado sobre una alta cima, se han resentido monumentos de época medieval y romana, como la tumba del Papa Celestino V, y hay gravísimos daños en la catedral y en la iglesia de las Ánimas Santas, en la propia ciudad. En cuanto al Castello, la fortaleza española, sigue imponente sobre la colina; pero ha sufrido en su interior daños que hay que estudiar con calma: por eso unos son optimistas cuando la ven en pie y otros pesimistas cuando temen la posible afectación interior. Desde el exterior se observa que se ha desplomado parte de la techumbre de la zona izquierda de la fachada principal, tanto de la vertiente que da al foso como la que recae al patio de armas del castillo renacentista. La esquina siniestra del frontispicio también se encuentra afectada por los temblores de hasta 5,8º en la escala Richter que han sembrado la muerte y la destrucción en la comarca. Escrivá, ingeniero y empresario El valenciano Pedro Luis Escrivá pertenece a una noble familia valenciana que con frecuencia aparece citada como defensora, administradora y constructora de fortalezas. En la plaza de San Luis Beltrán hay un palacio que lleva el apellido de este linaje. De Pedro Luis Escrivá se sabe que en 1519 combatió, con otros parientes suyos, en el castillo de Corbera, contra unos 4.000 agermanados que intentaban tomar la fortaleza real tras levantarse contra el nuevo monarca, Carlos I, heredero de los Reyes Católicos tras la manifiesta incapacidad para gobernar de su madre, la reina Juana la loca. Todo indica que Escrivá defendió bien un castillo, visible desde la autopista, que hoy en día espera restauración. Años después, la actividad de este ingeniero militar aparece ligada a la labor de Pedro de Toledo, general a las órdenes del emperador Carlos y posterior virrey de Nápoles, que en una Italia convulsa defiende sus posesiones frente a la Francia del belicoso Francisco I y Enrique II, los italianos y el bandolerismo. En ese clima se necesitan fortalezas y la de L'Aquila, la capital que controla el Abruzzo, es fundamental. Pedro Luis Escrivá mostró una gran habilidad y una interesante determinación empresarial: porque además de ingeniero diseñador de fortalezas era administrador por concesión. Es decir, se encargaba de obtener la concesión real, reclutar gente para las obras y cobrar impuestos que hacían posible la inversión en la obra pública, de modo que él obtenía beneficio y entregaba al rey un castillo gratuito, llave en mano. Competidor del polifacético Leonardo da Vinci, diseñó fortalezas tan seguras y recias como las de aquél. Aunque fue mucho menos amado por el pueblo porque su tarea como cobrador de impuestos y explotador de recursos humanos en modo alguno podía ser popular, viniendo además de unos ocupantes extranjeros como eran los españoles en el siglo XVI italiano. De hecho, la obra de L'Aquila costó mucha sangre. Homenaje en Valencia El escudo del águila imperial de Carlos V campea todavía sobre la puerta de entrada de la fortaleza, que se construyó entre 1534 y 1567, con cañoneras dobles y sistemas de galerías de mina. Es cuadrangular, definida por los expertos militares como "de baluartes dobles con dobles orejones", ya que Escrivá era experto en diseñar paredes inexpugnables que se pudieran batir con arcabuces y artillería, la novedad militar del momento. Tan buena es la obra desde el punto de vista castrense, y tan ingenioso el valenciano Escrivá, que el Museo Militar de Valencia le tiene dedicada memoria y presenta una preciosa maqueta de este castillo, el de L'Aquila, que ahora se duda si ha sido dañado. Porque fue rehabilitado tras la guerra mundial, entre 1949 y 1951, y se convirtió en la sede del Museo Nacional del Abruzzo, que exhibe interesantes colecciones que van desde vestigios romanos a tablas renacentistas, dentro de la amplia gama de calidad del arte italiano. Escrivá introdujo muchas novedades técnicas en sus bastiones, que presentaban potentes paredes lisas batidas desde troneras laterales y con espigas como proas de acorazado. Rodeadas de profundos fosos, vigiladas por garitas, Escrivá pone a sus fortalezas bordones semicilíndricos, imposibles de presentar agarraderos ni con áncoras ni escalas. Las paredes, como es natural, están hechas para resistir culebrinas y bombardas. Escrivá todavía habría de realizar una fortaleza de tanto empeño y calidad como la de L'Aquila. Entre 1537 y 1546, también se dedicó a levantar la fortaleza de Sant'Elmo, en la cima que domina la ciudad de Nápoles, capital del dominio español. Es un imponente sistema defensivo, un polígono de doce lados que resulta inexpugnable y que a partir de 1982 quedó restaurado con auditorios subterráneos y otros destinos culturales de primer orden. Más información en la página 40
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