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A. RALLO
Martes, 28 de abril 2009, 18:04
Mucho tequila, sol y fiesta". Amparo luce por los pasillos de la Universitat moreno de agosto en pleno abril. Es lo que tiene cruzar el charco, que te adelantas al verano. Lo que nunca imaginaron es que en aquel avión de regreso había un pasajero sin billete: el virus de la gripe porcina. Y con él también ha llegado ahora intranquilidad, nervios, psicosis. Miedo. Los pasillos de la Universitat se llenaron ayer de estas sensaciones.
Una joven, Lorena, puede que esté más asustada que el resto. Motivos no le faltan. Según cuenta Amparo, esta alumna viajaba al lado de Antonio Gil, el estudiante de la Universitat ingresado en Almansa, el primer caso de gripe porcina en Europa. "Tenía frío y le dejé la manta". Todavía conserva la prenda. Amparo no dudó en aconsejar a Lorena: "Le acabo de decir que vaya al hospital".
En un pasillo prácticamente desierto descansan Inma y Adela. Una habla por el móvil y cuenta lo de las ya 'famosas' pastillas de Sanidad. Al colgar lo aclara: "Es que nos dijeron que fuéramos a por unas píldoras y al rato nos llamaron, que ya no hacían falta". Amparo prefiere pecar de desconfiada. "Yo tengo la caja en mi casa. Estoy pensando en tomarlas". Todos los alumnos que fueron al viaje han recibido la llamada de la Conselleria. La primera fue para que acudieran a recoger las pastillas. La segunda para negar lo anterior.
Inma y Adela regresaron de la Riviera Maya el pasado miércoles. "Estamos bien. Yo no tengo síntomas", aclaran de inmediato. Pero el miedo no siempre se ataja con diagnósticos. "Entre nosotros, claro que estamos algo asustados". En total, fueron 150 alumnos de Empresariales, ADE y Turismo los que disfrutaron de las playas mexicanas, destino habitual en viajes de fin de carrera.
Siempre cuesta alejarse de las sospechas. "Muchos estábamos constipados, pero pensamos que era por el aire acondicionado del avión". No son pocos los alumnos que han acudido al Hospital La Fe a realizarse unas pruebas.
En otro piso y otro pasillo, las conversaciones siempre desembocan en el monotema. "A la gente se le ha ido un poco la olla, la verdad. Nos han dicho que hoy un alumno ha pedido que otro se saliera de clase porque había ido al viaje. No creo que sea para tanto".
Ventanas abiertas
Otra situación -nada frecuente- ha llamado la atención de los trabajadores de la Universitat. Al parecer, hay orden de que las ventanas de algunas clases permanezcan abiertas. "Las han dejado así a propósito", cuentan. Lo habitual es que estén cerradas para que la calefacción o el aire acondicionado resulte eficaz.
Alejandro, Santiago y Tomás salen del aula. Atrás quedan los días de fiesta por México. Pero los recuerdos de buenos momentos se mezclan con cierto temor. "Bueno, para miedo de verdad el que tienen nuestra madres", aclara Santiago. Más suele padecer el que más años tiene. No obstante, admite algo de intranquilidad: "Hombre, miedo tienes porque se está comentando mucho". Además, a su caso se une que el pasado jueves tuvo fiebre. "Ahora ya no tengo. Menos mal", suspira aliviado.
Tomás le echa una mano a su compañero y resume el ambiente en seis palabras: "Estamos asustados por el rumor general". Alejandro también se encuentra algo "acatarrado" como muchos otros que compartieron días de sol y noches sin fin. Por eso, quería tomarse las pastillas, "pero nos dijeron que no hacía falta".
El trío no conoce ni al compañero ingresado en La Fe ni al otro estudiante que permanece en el hospital de Almansa. Pero compartieron viaje, avión y quizá también autobús.
Sanidad aconseja que durante los diez días posteriores a un posible contacto con el virus se esté en alerta. Y eso preocupa a las madres. Una de ellas muestra su temor. "Claro que hay miedo. ¿Vamos para adelante o para atrás? Dicen que diez días de precaución y mi hija trabaja en un colegio con niños..."
Otra joven, que prefiere no dar su nombre, admite temor por sus amigas. "Ellas sí que viajaron. Una trabaja en un centro de salud y de momento le han dicho que no acuda a trabajar".
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