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J. B.
Lunes, 18 de mayo 2009, 05:09
Yátova organizó ayer un Gran Hermano peculiar con 667 protagonistas: seis esquiladores y 661 ovejas dispuestas a ser durante una mañana. La exhibición, enmarcada dentro de las fiestas de San Isidro Labrador que celebra el municipio de la Hoya de Buñol, congregó a un buen número de curiosos y aficionados al arte del esquile, que no perdían detalle de los suaves movimientos de las máquinas y tijeras. Como en años anteriores, la idea busca reivindicar la pervivencia de la práctica ganadera, que merma poco a poco en España.
Uno de los participantes habituales es el concejal Vicente Martínez, que explicaba que a media mañana ya se habían esquilado alrededor de 500 cabezas de ganado de un total de 661. Además, los profesionales emplearon un estilo poco arraigado en la Comunitat aunque sí en otros países con cierto potencial ganadero, consistente en trabajar la lana sin necesidad de atar al animal. «Luce algo más el trabajo, y la oveja no se incomoda tanto. Además, el vellón sale un poco más entero», comentaba Martínez durante un descanso de la exhibición.
Preguntado sobre si el arte del esquile está perdiendo fuerza con el paso de los años, respondió contundente. «Como todo lo antiguo. Si cada vez hay menos agricultura, es normal que pase», apuntaba poco antes de citar ejemplos en positivo como Nueva Zelanda, una potencia ganadera. «En España siempre vamos 40 años atrasados», sentenció el concejal.
La exhibición, que tuvo lugar en el parque de San Vicente, se prolongó durante la mañana, coincidiendo con otras de las actividades que terminaron ayer.
La cita se celebró en plena temporada alta y contó con la presencia de esquiladores de otros países, concretamente de Lituania.
Aunque era una exhibición abierta al disfrute del público, en realidad los seis esquiladores estaban trabajando para la ganadería propietaria de las reses. Cada uno de los participantes ganó entre 1,2 y 1,25 euros por vellón, esto es, la pieza de lana que resulta tras esquilar una oveja.
Otras de las actividades del programa de fiestas fueron un mercado artesanal, un almuerzo popular en el mismo parque de la exhibición, juegos infantiles por la mañana y por la tarde, conciertos y la tradicional procesión en honor a San Isidro Labrador.
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