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La expulsión de los moriscos valencianos

JOSÉ VICENTE GÓMEZ BAYARRI

Miércoles, 1 de julio 2009, 05:29

El conocimiento de nuestro pasado histórico nos permite valorar mejor los acontecimientos que han coadyuvado a formarnos como pueblo. El año 2008 se celebró el VIII centenario del nacimiento en Montpellier del rey Jaime, monarca que instituyó el reino cristiano de Valencia; en 2009 se conmemora el IV centenario del bando de expulsión de moriscos y mudéjares del territorio valenciano, publicado el 22 de septiembre de 1609 en el reinado de Felipe III, lo que certificaba, prácticamente, el fin de la situación conflictiva creada en diversas poblaciones y comarca del Reino durante cuatro siglos. Estos dos acaecimientos han sido claves en la evolución política y socioeconómica de los valencianos y representan hechos de relativa tolerancia y enfrentamientos entre dos confesiones religiosas, la musulmana y la cristiana, que tuvieron gran protagonismo en el vida social y desarrollo institucional de la Valencia foral.

Después de la conquista cristiana en el siglo XIII, la mayor parte de los musulmanes del Reino de Valencia permaneció en sus tierras y el proceso de la repoblación medieval sólo lentamente alteró aquella situación. Durante buena parte de la Baja Edad Media estos valenciano musulmanes -sarracenos es la palabra que utilizan generalmente la documentación de la época- fueron la población mayoritaria. El proceso repoblador y las medidas discriminatorias o represoras dictadas contra mudéjares y moriscos les fueron convirtiendo progresivamente en población minoritaria. Paralelamente se producirían conversiones religiosas, desplazamientos de las tierras más fértiles costeras hacia las del interior y finalmente la expulsión definitiva del territorio valenciano.

En los inicios de la Edad Moderna, el Reino de Valencia era habitado por una importante minoría arábigo-musulmana que conservaba en gran parte su lengua, religión y costumbres.

A causa de las deficiencias de las fuentes demográficas de la época es difícil precisar el número exacto de esta minoría. Se ha apuntado que a finales del siglo XV y principios del XVI había alrededor de 125.000 moriscos en el Reino de Valencia, monto que representaba, en porcentaje, un 1/3 de la población valenciana.

En la Corona de Aragón no se conoce que se promulgara edicto similar al dictado en el Reino de Castilla el año 1502 que obligaba a los mudéjares a convertirse o a emigrar. Más bien lo contrario. En las Cortes celebradas en 1510 en la población de Monzón se dispuso que mudéjares y moriscos podrían permanecer en el Reino de Valencia, sin obligación de convertirse al cristianismo.

No obstante, los bautizos forzosos impulsados por la jerarquía eclesiástica y por la autoridad política plantearon una cuestión delicada: la de la validez del sacramento que, en ocasiones de manera violenta les habían administrado. Esta problemática la debatió largamente una Junta de teólogos, que inició sus sesiones en el mes de febrero de 1525. Finalmente, esta Junta concluyó que los bautizos habían sido válidos y, que por tanto, los musulmanes valencianos habían pasado a cristianos, decisión que fue validada oficialmente por una cédula de 4 de abril del mismo año.

Felipe II tomó la decisión por primera vez de expulsar a los moriscos de las tierras hispánicas en un Consell de Estado reunido en Lisboa el 19 de setiembre de 1582. Dicho decreto no se aplicó. Pero la idea fue madurando en la mente de los ministros y gobernantes.

Motivos de índole religiosa, económica y temor a que actuaran como "quintas columnas" que favorecieran las incursiones de los berberiscos en tierras valencianas fueron algunas de las causas que impulsaron su expulsión. Esta decisión supuso un descenso de la población valenciana y una quiebra en la economía.

El decreto de expulsión contemplaba que los moriscos tenían un plazo de tres días para encaminarse a los puertos que se les indicarían. Podían llevarse todos los bienes muebles que pudieran, incluso las monedas. Podrán quedarse seis familias de cada cien y también todos aquellos que demostraran, mediante avales, un auténtico cristianismo. También quedaron libres de expulsión todos los niños menores de seis años, que estuvieran a cargo de cristianos viejos.

A pesar de esto, fueron pocos los que decidieron quedarse en el Reino. Muchos niños fueron raptados por familias cristianas. La operación resultó muy compleja pero estuvo preparada para ejecutarla en un período de seis meses. Se armaron galeras españolas e italianas, multitud de mercantes particulares, tropas de infantería e intendencia, etc. Teniendo en cuenta la magnitud de la empresa se reconoce que se efectuó con bastante orden.

Sobre estas cuestiones expuestas el Aula de Humanidades de la RACV que dirige el Dr. José Aparicio ha programado del 6 al 10 de julio, en Gandía, unas jornadas a las que asistirán alumnos de la "Escola d'Estudis Valencians" y en la que participarán diversos estudiosos del tema que expondrán su versión sobre la expulsión de los moriscos valencianos.

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