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JULIÁN LARRAZ
Domingo, 5 de julio 2009, 04:08
Los bancos son al fútbol lo que las cajas de ahorro al baloncesto. Mientras el Madrid ficha a Kaka a golpe de talonario, los Boston Celtics en 2007 lograron a Kevin Garnett gracias a un rocambolesco traspaso en el que entregaron siete jugadores y una elección del draft a Minessota Timberworlds, que a su vez tuvo que enviar a parte de sus activos al equipo de Seattle, que acabó jugando en Oklahoma.
Este verano se ha abierto el mercado de fichajes para las entidades financieras porque la crisis así lo ha precipitado. Aunque desde el sector se asegura que los grandes movimientos no llegarán hasta septiembre, el culebrón más largo se vuelve a revivir en cada esquina: «Sí o no a la fusión Bancaja-CAM».
Gana por goleada el «no» pero en las cajas de ahorro no funcionan como en los bancos (o el fútbol) en el que una poderosa entidad pone los millones encima de la mesa y se lleva lo que quiere. El sistema de las cajas se asemeja a los traspasos de la NBA en los que hay multitud de actores implicados: muchos con voz, pocos con voto y millones (los clientes) que no tienen ni voz ni voto pero sí capacidad de protesta.
Las posturas oficiales de Bancaja y CAM para lo que sería la gran fusión de la Comunitat están claras. El «no» es rotundo y se sustenta en continuas declaraciones de sus máximos dirigentes. Modesto Crespo, presidente de la CAM, se viene oponiendo a esta unión desde antes de capitanear la caja alicantina. José Luis Olivas, su homólogo en Bancaja, tilda esta opción de ineficaz puesto que se produciría una duplicidad de las redes de oficinas. Los sindicatos, por su parte, tienen también el mismo temor de que una unión entre Bancaja y CAM implicara un gran coste social.
Sin embargo, este mismo argumento fuera de las entidades financieras es el que utilizan algunos economistas. Si el objetivo de una fusión es mejorar la eficiencia, entonces eliminar oficinas y reducir las estructuras es vital por lo que la cercanía de los actores es una cuestión recomendable. Los financieros contestan a esta teoría diciendo que una fusión regional no permite ganar tamaño como lo haría una operación con un caja de dentro de la Comunitat con otra de fuera.
Desde el terreno político, el secretario general del PSPV-PSOE, Jorge Alarte, pide al Consell negociar juntos el futuro de Bancaja y de la CAM con la premisa de que está «abierto» a una fusión.
Desde la Generalitat, se explica que su postura es de «respeto» a lo que las cajas valencianas decidan. Ambas declaraciones de izquierda y derecha llegan desde Valencia pero los mismo partidos en Alicante ofrecen un «no» rotundo a la fusión.
Los empresarios de Alicante, por su parte, se decantan completamente en contra de la unión entre Bancaja y CAM ya que el sentimiento alicantino se difuminaría si la caja resultante tuviera la sede en Valencia. Mientras tanto, los empresarios de Valencia se mantienen más cautos.
Reservas en Valencia
Desde la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), José Vicente González contesta a la pregunta de fusión «si» o «no» con un: «Lo que digan los consejos de administración».
Por su parte, la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) asegura no poder ofrecer una postura oficial porque aún no está completamente definida. El recelo a herir sensibilidades es una muestra común entre todas las asociaciones de empresarios de la Comunitat aunque, especialmente, entre las localizadas en Valencia.
Parte de este sentimiento procede del intento fallido de Eduardo Zaplana, en su época de presidente de la Generalitat, de unir los futuros de Bancaja y CAM. Fracasó la tentativa y aumentó el mar de fondo hostil que ve con malos ojos la centralización en Valencia de las cajas de la Comunitat.
Castellón, en parte, solucionó esta lucha de poderes en 1991 cuando se creó la actual Bancaja, fusión de la caja de Valencia y de Castellón. En la primera ciudad está la sede operativa mientras que en la segunda la sede social. De este modo, las dos regiones originarias tiene su cuota de protagonismo. La Comunitat Valenciana tiene tres provincias lo que, en caso de fusión CAM-Bancaja obligaría a dejar a una de las tres fuera de juego.
Sin embargo, el sentimiento provincial de defensa del territorio se alarga en algunas ocasiones al autonómico. Así lo demuestran desde la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA). Su presidente, Cristóbal Aguado, asegura que lo más importante es que Bancaja y la CAM sigan siendo poderosas ya que así la Comunitat tendrá importantes entidades financieras que actúen en la economía.
El problema que tiene esta defensa de la valencianía es que mientras la decisión de fusión entre Bancaja y CAM se decidirá en gran parte (el Banco de España también hablará) en la Comunitat las uniones interregionales son más complejas.
Si se amplía el zoom, el problema se agranda exponencialmente. La crisis financiera ha dejado en España a un herido (Caja Castilla-La Mancha) y a ningún muerto (cero quiebras). Sin embargo, el Gobierno de España ha creado el FROB, un complejo sistema que lo que permitirá es que las cajas mejoren sus ratios de eficiencia.
La actuación puede empezar por las cajas pequeñas. Las interviene el Banco de España y las ofrece a otras cajas más grandes para que se las queden. El segundo caso es lo mismo, pero al contrario. El FROB inyecta dinero a cajas grandes o medianas que lo utilizan para absorber a otras pequeñas con problemas.
Con inyección de capital o sin ella, comprar pequeñas y crecer fuera de la Comunitat Valenciana es una cuestión que seduce mucho tanto a Bancaja como a CAM y en parte, por eso, no se quieren desgastar en una unión regional pudiendo irse a comprar fuera. Esta postura la respalda gran parte de la sociedad valenciana.
El problema de estas operaciones es que lo mejor para comprar, como en todo, es lo más deseado. Las cajas más interesantes en el sur, norte o centro de España son las mismas que interesan a La Caixa y CajaMadrid, por citar a las dos más grandes. No sólo porque sean más o menos grandes sino porque son líderes en sus zonas y copar mercados locales ajenos al propio es la mejor estrategia para crecer, según los financieros y los economistas.
Si ya entre Alicante y Valencia hay disputa política, las fusiones interregionales (que quieren las cajas para crecer) elevan el enfrentamiento a su máximo nivel. Nadie plantea al Santander, BBVA o al Banco Popular que actúe de salvador de empresas o financiador de proyectos como se sugiere habitualmente a las cajas de ahorros de cada región. Estas entidades, sin ánimo de lucro y que hoy en día ofrecen los mismos productos que un banco, son dirigidas a dedo por nombramientos políticos. En octubre llega, si no hay fusión mediante, la reelección en las cajas valencianas de sus máximos mandatarios. Allí el PP querrá trasladar la hegemonía que tiene en la Generalitat.
Con este factor, las cajas pasan a ser rojas o azules y Caixa Galicia y Caja Duero suenan con fuerza como posibles novias rondadas por valencianos. Ambos objetivos son bien vistos por la sociedad valenciana y alicantina porque se presupone que si Bancaja o CAM, por separado, se unieran con la caja gallega o castellano leonesa los centros de poder seguirían estando junto al Mediterráneo.
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