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ZOA SANZ
Domingo, 5 de julio 2009, 04:11
Josep Pasqual Sanchis 'El Peixeruc', de Oliva; 'El Rajoler d'Ador', de Villalonga; 'El Xera'; 'El Tort de Seganyet'; Josep Poler, de Xeresa; 'El Tramusseret' de Benirredrà; 'El Moliner' de Palma; 'El Coix' d'Alfauir. Estos son los nombres de algunos de los cientos de bandoleros más importantes que delinquían en la Safor y en la Marina durante el convulso periodo de 1806 hasta 1839. Alrededor de 150 de ellos llegaron a ser procesados por la justicia.
La mayoría era de Villalonga, Oliva y Pego aunque también muchos residían en Palma, Ador, Real de Gandia, Beniflà y Almiserà. Solían proceder de los municipios más cercanos a las montañas. Gandia, al ser núcleo comercial, no solía albergar estos grupos.
Los también conocidos como 'roders' solían estar en las encrucijadas. Asaltaban caminos y zonas despobladas y operaban en cuadrilla. Eran ladrones nobles que normalmente robaban a las familias más ricas y poderosas de la zona. Su campo de actuación se extendía por las sierras del Mondúver, el Buixcarró, la Falconera, Ador, la Safor, Benicadell, Gallinera, l'Almirall, Mostalla, Pla del Miserà, la Carrasca, el Migdia, Negra, Segària, el Penyó, Seguili, Beniquasi, Seldetes y el Montgó. Los ladrones se hicieron los amos de la Llacuna y proximidades, donde diariamente asaltaban a todo aquel que pasaba.
No sólo robaban, sino que también cometieron asesinatos, asaltos a mano armada y secuestros. Si les capturaban quedaban bajo la disciplina militar y se exponían a un durísimo Consejo de Guerra.
El periodista olivense Manel Arcos reflexiona sobre la vida de los bandoleros valencianos en el libro 'La senda dels lladres. Bandolerisme als voltants de la serra de Mostalla (1806-1839)', publicación que ha obtenido el XV Premi d'Investigació Històrica Francesc Ferrer i Pastor otorgado por la Societat Coral El Micalet. Arcos relata que la época de estudio, primer tercio del siglo XIX, correspondiente al final del Antiguo Régimen, se caracteriza por las dificultades económicas y cambios políticos (Carlos IV, Fernando VII, invasión del francés...).
Todo ello afectó a las clases más débiles, que veían cómo la miseria, el hambre y las penurias se apoderaban de ellas. Este panorama empuja a un gran número de personas a dedicarse al bandolerismo para poder comer y sobrevivir, con lo cual, a juicio de Arcos, existe en esta práctica un importante trasfondo de crítica al sistema establecido.
«Los jóvenes no tenían muchas salidas profesionales. O se resignaban a vivir siempre sumidos en la pobreza u optaban por irse a la montaña y vivir al margen de la ley». El experto subraya que es una época de extrema violencia en la que se aplica la ley del Talión. «La sociedad infringe castigos violentos y los ladrones responden con la misma moneda». Los bandoleros solían conocerse en las prisiones o en el ejército, y cuando querían rebelarse contra la sociedad, se juntaban y formaban cuadrillas.
Los robos más famosos
La vida de los también conocidos como 'roders' solía tener el mismo dramático final. Muchos de ellos fueron ejecutados o murieron tras dispararles los cuerpos policiales. De hecho, en Villalonga, fallecieron en estas condiciones unos 20 bandoleros; en Oliva, doce; y en Pego, otros once. Los bandidos perpetraron robos míticos durante el periodo absolutista de Fernando VII, a principios del siglo XIX, como los de La Nucia, Orbeta, Teulada y Bocairent.
En esta última población, entraron el 21 de marzo de 1817 a la casa de Martí Belda Belda, uno de los fabricantes de textil más adinerados del municipio. La cuadrilla de Joan Berenguer, de Félix, compuesta por civiles y algún soldado desertor de Oliva, Villalonga y otras poblaciones protagonizó el asalto. Los involucrados en los sucesos caían, poco a poco, en manos del Consejo de Guerra Permanente.
Otra 'colla' importante era la dirigida por el soldado de Villalonga Blai Pérez Martínez, más conocido como el 'Rajoler d'Ador'. El grupo, formado por gente de Villalonga y Beniflà realizó un robo peculiar en Beniarrés. Los bandidos asaltaron la Casa Comanda del Infante Carlos, hermano del Rey. Cinco de ellos fueron juzgados por el Consejo de Guerra Permanente y el 21 de enero de 1818, tres fueron agarrotados en la plaça del Mercat de Valencia: Salvador Parets, de Beniflà; Josep Vidal ( 'El fraret de Buixerques') y Francesc Escrivà, ambos de Villalonga. El mismo día eran fusilados en Beniarrés, por orden del Consejo de Guerra otros dos: 'El Rajoler d'Ador' y el soldado de Villalonga Marià Moratal Nadal de Sinto.
En junio de 1820, el número de muertes violentas y cadáveres era imparable. Un individuo apareció muerto en Piles; y el día 18 de junio, hallaban en Gandia, cerca de la muralla y delante del colegio Escola Pia, el cuerpo sin vida de Francesc Eivissa, un olivense conocido por el nombre de 'Vinyes'.
Este último bandolero fue uno de los veinte componentes del grupo que intentó atracar al decano en la Colegiata de Gandia. 'Vinyes' falleció fusilado durante el robo por parte del campanero de la iglesia, un hombre de unos setenta años. El resto de compañeros fueron detenidos.
El libro de Arcos consta de dos partes. La primera, de 1806 hasta 1833, año en que Maria Cristina asumía la Regencia; y la segunda, de 1833 hasta 1839. En esta última hay un hecho destacado: emerge una cuadrilla de bandidos en Villalonga.
El entonces alcalde de Villalonga, Josep Pastor, pertenecía a este grupo y fue encerrado en la prisión de Pego. Las detenciones y ejecuciones hicieron que se desmantelara esta cuadrilla en 1835.
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