Hogares en verde
Investigadores y diseñadores valencianos desarrollan muebles ecológicos y fácilmente degradables que han dado el salto a la televisión
E. PÉREZ
Domingo, 4 de octubre 2009, 03:04
Está hecho con láminas de cartón ondulado. Tiene un diseño original que da sentido a su nombre, Bold, por ello tiene forma de letra 'b' minúscula. Sus medidas son 100x63x72 centímetros y pesa unos 32 kilos. Lo más llamativo de este banco diseñado por el equipo valenciano de Sanserif Creatius es que se trata de un mueble totalmente biodegradable, dentro de la línea emprendida por los diseñadores Ana Yago y José Antonio Giménez de adaptar los sistemas productivos y seleccionar materiales sostenibles, como el papel o derivados como el cartón.
A la creciente fama de este tipo de diseños realizados en cartón ondulado -sobre todo, hay que decirlo, en países del centro europeo «con mayor filosofía sostenible», indica José Antonio Giménez-, se ha sumado la inclusión de varios diseños de Sanserif Creatius, entre ellos algunos muebles de la gama Bold (silla, sillón, taburete), en la 'Casa Espía' de la undécima edidión del concurso televisivo 'Gran Hermano', que este año ha apostado por el diseño sostenible en una de las dos residencias donde viven los concursantes. «En España sí ha habido una revolución, sobre todo en lo que se refiere a energía sostenible. La gente cada vez demanda algo más», apunta Giménez.
En Sanserif Creatius llevan una década intentando promover una forma de vida diferente, más consecuente con los tiempos que corren, en los que la sombra del cambio climático se cierne alargada sobre los ecosistemas. «Una de las carencias que había en este campo era que los diseños eran demasiado industriales, con formas muy rígidas y sólidas. Nosotros hemos buscado un camino en que la estética tenga algo que decir», señala Giménez. Y el resultado salta a la vista, muebles de un diseño rompedor, casi elementos decorativos que, no por ello, dejan de ser plenamente funcionales.
Contra lo que pueda parecer son muebles resistentes. Aguantan hasta 100 kilos de peso, tienen una razonable durabilidad (por ejemplo, un taburete puede estar en perfectas condiciones hasta cinco años) en comparación con su precio, «la mayoría de productos no superan los dos dígitos», e incluso pueden adquirirse taburetes por menos de 20 euros, explican en la firma. Y, entre las grandes ventajas, está su fácil transporte: «Las mudanzas pueden hacerse en un coche», resalta Giménez. ¿Cómo? Muy fácil, el cartón se pliega y apenas ocupa espacio. Pero, por encima de cualquier otro factor, es una decisión de compra que apuesta por valores medioambientales y sociales.
El banco Bold no es el único elemento salido del estudio de Sanserif Creatius, que colaboran con el Grupo La Plana. Antes estuvieron el asiento Bold de la misma familia que el banco que han presentado recientemente, el separador de espacios Coma o el taburete Spanish tupé, un asiento en forma de 'ñ'. El asiento Bold, por ejemplo, tiene un precio de 180 euros, algo más elevado que la mayoría de los muebles porque es una silla «de edición limitada y concepción escultural», que además va acompañada de un reposapiés en forma de 'o'.
Hablar de mobiliario ecológico no es sólo referirse a muebles de cartón y otros materiales reciclables. Abarca mucho más, como explican en AIDIMA, el Instituto Tecnológico de la Madera y el Mueble. La conciencia, en el caso del mueble tradicional, en madera, se extiende durante todo el ciclo de vida del producto, desde la obtención de las materias primas y sus componentes hasta su eliminación una vez que es desechado.
Ciclo de vida
La madera y el cartón se extraen de los árboles, aunque no toda la materia prima virgen procede de plantaciones forestales controladas. Estas son como huertos arbóreos, se plantan, recolectan y vuelven a plantar de forma sostenible. En España existen 126.000 hectáreas certificadas por FSC (Forest Stewardship Council), uno de los organismos internacionales que establece un marco general de estándares de gestión forestal mundialmente reconocidos y respetados. Otra de estas entidades, PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification), eleva la cifra por encima del millón de hectáreas.
Los fabricantes, en este caso los de cartón ondulado agrupados bajo las siglas AFCO, aseguran que el papel que se fabrica en España no procede de maderas nobles ni de especies exóticas o de bosques tropicales, sino que tiene su origen en plantaciones forestales de especies de crecimiento rápido, como eucalipto, chopo y pino radiata o insigne. Por tanto, indican, el papel «se planta y se cultiva» y, además, sólo un 70% del incremento anual se tala; el 30% restante se preserva, con lo que la industria papelera contribuye a aumentar la masa forestal.
La alternativa de utilizar madera certificada sólo es una pata de la mesa del ecodiseño, que se define como una nueva visión para el diseño de productos industriales en la que el medio ambiente es un factor importante a la hora de tomar decisiones durante el proceso de desarrollo.
Los fabricantes de muebles de madera, además de materia virgen, pueden optar por aglomerados con diferente grado de material reciclado, y tableros de última generación realizados con partículas compactadas como los que han desarrollado los investigadores valencianos de AIDIMA. Están fabricados con materia vegetal cien por cien, con especies como el topinambur (especie de girasol con raíz de tubérculo), la colza, o el más conocido cáñamo.
Con ellos ya han hecho varios muebles tipo. Uno, por ejemplo, fabricado por la empresa FDM de Xàtiva. Entre sus ventajas, además de ser respetuosos con el medio ambiente, que los investigadores -junto a AIDIMA participan otras 26 entidades- han logrado reducir su peso un máximo de 250 kilos por metro cúbico.
También el Instituto Tecnológico del Mueble ha desarrollado un banco ecológico para parques y jardines que no precisa mantenimiento. La madera utilizada en su fabricación se ha sometido a un tratamiento a base de calor. La madera termotratada adquiere gran resistencia frente a los agentes bióticos, sobre todo hongos, y abóticos (radiación solar y fuego). No requiere tratamiento químico alguno, aunque tiene una particularidad que la identifica. El tratamiento de calor le confiere un tono oscuro que hace que sea conocida como madera torrefacta.
El proyecto se ha desarrollado junto a las empresas valencianas Vaimwood, Inlemar Construcciones Metálicas y Hermanos Arnal.
Pero el proceso ecológico no se limita sólo a la materia prima, sino también a la forma de procesarla. Por ejemplo, el caso de los adhesivos de los tableros. Los investigadores valencianos están trabajando desde hace años en que estos sean cada vez menos contaminantes sin perder su potencia adhesiva. Lo mismo sucede con las pinturas y barnices que se imprimen en las maderas para darse el acabado final. Ahora todas deben ser al agua.
En este apartado, AIDIMA ha sido seleccionada por el Estado de California como entidad acreditada para controlar el nivel de emisión del gas formaldehído de los compuestos de madera. Este gas se utiliza en los adhesivos para dotar de consistencia a los tableros, pero es también utilizado en multitud de procesos industriales, como la automoción, y es el causante de ese característico olor a nuevo de los productos en los que se aplica.
Neumáticos
Pero no sólo de madera viven los muebles. Los viejos neumáticos de los vehículos también pueden prolongar su vida en forma de silla. El proyecto Eco-Rubber de AIMPLAS, el Instituto Tecnológico del Plástico, persigue obtener mobiliario urbano de alta calidad compuesto de un cien por cien de caucho reciclado.
¿Pero tienen aceptación estos productos elaborados de forma sostenible? No existen muchos estudios al respecto. Entre los pocos que se han realizado destaca un experimento llevado a cabo en 2002 por profesores de los departamentos de Economía e Ingeniería de la Universidad Jaume I. Concluía que el consumidor medio está dispuesto a pagar entre un 7% y un 14% más por un mueble ecológico.
Aunque, según los expertos de Medio Ambiente de AIDIMA, no siempre un producto sostenible lleva aparejado un incremento del precio final. Hay casos en los que sí se precisa una inversión en maquinaria más avanzada tecnológicamente que evite o reduzca ciertas emisiones, por ejemplo, aunque generalmente se trata de reducir energía o cantidad de producto empleado y esto, de por sí, debería disminuir los costes de producción.
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