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F. MIÑANA
Martes, 6 de octubre 2009, 03:01
Muerto el Pamesa, viva el Valencia Basket Club. El baloncesto sobrevive en la ciudad con un equipo más que apañado con el que se va a poder disfrutar. Los cambios de este verano han servido para devolver el sentido común a un club que había perdido el norte en los últimos años por culpa de estar en manos de los directivos equivocados. Ahora hay menos dinero, pero hay más ilusión.
La plantilla, de hecho, es mejor y más completa. La llegada de Nando de Colo y Serhiy Lishchuk ha multiplicado las prestaciones del equipo de Neven Spahija, quien, con la atinada ayuda de Toni Muedra, ha encontrado los jugadores con los que poder dar rienda suelta a su filosofía, a su forma de entender el baloncesto, un ideario que ha permitido llenar de éxitos su currículo.
El volante está ahora en manos de un superdotado para el baloncesto, Nando de Colo. El francés atesora un talento descomunal -ayer regaló parte de su repertorio con una penetraciones exquisitas y un tiro exterior finísimo, y eso que todavía está en edad de formación. A la seda en la dirección hay que sumar centímetros de poderío de la mano de Lishchuk, un pívot que aporta rebote e intimidación, pero que, además, debe servir para mejorar a Perovic.
El partido estuvo en las manos del Valencia BC en la primera mitad, aunque en la segunda acabó enredándose. A este equipo aún le faltan muchas horas de vuelo. Spahija todavía tiene que labrar durante muchas horas en la Fonteta para que crezca la mata.
Las bromas se acabaron al inicio del tercer cuarto. El Meridiano Alicante no viajó hasta la Fonteta para ver el homenaje a Víctor Luengo. El equipo de Óscar Quintana estaba en la cancha para competir y para seguir evolucionando antes del inicio de una temporada en la que debe estar preparado para sufrir. Su orgullo en esos momentos estuvo representado en la oronda figura de Mario Austin, un pívot grande y pesado que se mueve bajo el aro con inusitada ligereza. Sus ocho puntos sirvieron para dar cuerpo a un parcial de 2-10 que volteó el marcador (41-42).
Neven Spahija recuperó la fusta que había aparcado en esta fiesta del Valencia BC. La empuñó y azotó el trasero de Kosta Perovic, el pívot que era incapaz de contener a Austin. El testigo fue a la manos de Lishchuk. El ucraniano sí fue capaz de dar réplica a su inspirado contrincante.
Óscar Quintana dio impulso al Valencia BC. El entrenador, el hombre que en la primera mitad le gritó a uno de sus jugadores que pusiera fin «al circo», montó un numerito protestando a los árbitros. Dos técnicas y al vestuario. Esta sanción se tradujo en un regalo para los de Spahija. Rafa Martínez encestó cuatro tiros libres seguidos para tomar aire (54-48).
La temporada comienza el domingo, en el pabellón de la Fuente de San Luis, frente al Estudiantes. El Valencia BC necesita tiempo para compactar a la nueva plantilla, pero este año, a diferencia de los anteriores, hay paciencia y tranquilidad. Spahija tiene menos presión y eso debe servirle para hacer crecer a este equipo hasta los límites que encierra la competición, cerca del quinto puesto. Sólo se puede temer a los grandes.
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