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ADA DASÍ
Miércoles, 7 de octubre 2009, 03:02
Como el perro y el gato. Las inundaciones de la pasada semana han sacado a la luz las diferencias entre dos municipios vecinos, Albal y Catarroja. Tanto es así que el Consistorio catarrojense ha solicitado a la Comisión Territorial de Urbanismo, entidad dependiente de la Generalitat Valenciana, que deniegue cualquier licencia de construcción en el PAI nº 1 de Albal, donde ya se ha edificado una escuela infantil municipal. «Primero deberían construir una red de colectores para poder recoger el agua de lluvia -explica el alcalde de Catarroja, Francisco Chirivella- porque si no seguiremos sufriendo inundaciones en el camí de les Corregudes que afectan a la avenida Rambleta y al barrio de El Pilar».
Chirivella advirtió que, de momento, «al ser solares sin construir la tierra todavía absorbe un 90% del agua de lluvia». No obstante, la máxima autoridad municipal señaló ayer que se tomarán medidas, como la construcción de jardineras en el camino que permitan recoger parte del agua.
Los vecinos están más que hartos. En la calle Pelayo, los días de lluvia intensa no pueden salir de sus casas. «Además, tenemos que aguantar un hedor insoportable», dice un vecino. El motivo del mal olor es que las aguas pluviales discurren por las mismas canalizaciones de las aguas fecales, y no dan abasto.
Esta calle, ubicada en el casco antiguo, también separa ambas localidades. Allí, la acequia de Albal desborda siempre que llueve de forma intensa y donde los vecinos ya han expresado su malestar por una situación que se viene repitiendo desde el 2004. En esta zona, el problema se agrava en cuanto que se trata de aguas fecales. «Albal no tiene colector separado y su colector va por el término de Catarroja», señala el alcalde de esta última localidad.
Durante las últimas lluvias Catarroja selló dos de sus trapas con el fin de poner una solución, «pero el agua se sigue saliendo por las otras. Nuestra localidad tiene un plan de pluviales que desagua 16 metros cúbicos por segundo, y que evita que muchas zonas se inunden, pero nos sentimos impotentes ante la situación que viven los vecinos de la calle Pelayo», explicó Chirivella. «Es algo que tiene que solucionar Albal». De hecho, el año pasado, el consistorio catarrojense denunció a la vecina localidad por delito ecológico, «pero decidimos retirar la denuncia ante la buena voluntad mostrada por el ayuntamiento de Albal», añade el alcalde.
A este respecto el alcalde de Albal, Ramón Marí ha advertido que la solución a este problema está próxima. «Estamos trabajando en un plan de pluviales que supone una inversión de 27 millones de euros, pero no nos pueden exigir que solucionemos un problema de 50 años en tan sólo dos».
Camí de les Corregudes
El camí de les Corregudes ha sido históricamente el caballo de batalla de ambos consistorios, al pertenecer la mitad a cada localidad. Los dos alcaldes se acusan mutuamente de dejadez de funciones. Unos por otros, las obras que impedirían las inundaciones en esta calle se aplazan indefinidamente.
El proyecto Nou Mil.leni de Catarroja también enfrenta a ambas localidades por el mismo problema de las inundaciones, aunque Albal no ha interpuesto ningún recurso, en este sentido, hasta el momento.
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