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J. S.
Martes, 20 de octubre 2009, 11:45
La presencia de ejemplares de siluro en el embalse de Forata ha desatado todas las alarmas. El temor de que este pez se extienda por otros ríos de la Comunitat ha obligado a la Conselleria de Medio Ambiente a poner en marcha un plan de control.
Los siluros han sido detectados recientemente gracias a las prospecciones realizadas durante el último mes. Las primeras conclusiones apuntan a que la presencia de esta especie invasora puede obedecer a la suelta de ejemplares vivos procedentes de otras aguas, posiblemente del Ebro.
El objetivo del plan es que se ha puesto en marcha es controlar la expansión por el embalse y el río Magro, ya que este pez exótico puede provocar serios daños en el ecosistema natural. Ante ello, se ha decidido aislarlos e intensificar los controles.
Los técnicos han establecido un protocolo de muestreo para la localización de ejemplares que se llevará a cabo en todas las zonas del embalse que se correspondan con su hábitat.
Los muestreos y capturas serán llevados a cabo por técnicos y agentes medioambientales en colaboración con la Confederación Hidrográfica del Júcar y la Federación Valenciana de Pesca, entidad que cuenta con medios personales especializados en la pesca del siluro.
Hasta el momento, mediante el procedimiento de pesca eléctrica o tradicional, se han detectado varios ejemplares que han sido llevados a un laboratorio para su estudio. Fuentes de la Conselleria recordaron que está prohibida la suelta al espacio natural de ejemplares de especies exóticasy puede constituir un delito.
El embalse de Forata se ha convertido así en el punto de entrada de distintas plagas en territorio valenciano. Junto al de Sitjar, son las dos presas en los que se ha localizado la propagación del mejillón cebra, otra especie invasora que elimina a los ejemplares autócnos. También la invasión procede del Ebro.
El siluro es una especie exótica con escaso dimorfismo sexual que puede alcanzar los 2 metros de longitud y pesa 25 kilos. Su presencia en España se centra en el Ebro, donde en 1974 se introdujeron ejemplares de forma ilegal en los embalses de Mequinenza y Ribarrojka
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