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BEATRIZ LLEDÓ
Jueves, 5 de noviembre 2009, 03:04
Hace tiempo que María no saborea los alimentos. Sus problemas estomacales la obligan a recibir la comida por vía intravenosa. En los últimos dos años los ingresos en el hospital son más habituales de lo que le gustaría. Esta mujer de Santa Pola, que está a punto de cumplir los 83 años, ha tenido que enfrentarse a un cáncer de colon y a una fractura de cadera, entre otras enfermedades. Su hijo, Joaquín, se ha convertido en su ángel de la guarda. Es él quien lidia con los obstáculos que ambos se encuentran cada día. La realidad de Joaquín y María se repite en muchas familias valencianas con discapacitados a su cargo. Las dificultades aún son mayores cuando hay más de uno en casa. Es lo que ocurre en 3.000 hogares valencianos.
Según la Encuesta Discapacidad, Autonomía Personal y situaciones de Dependencia de 2008 publicada ayer por el INE, 3.100 familias residentes en la Comunitat tienen tres o más personas impedidas. En otras 63.900 casas cuentan con dos discapacitados y en 326.000 más, uno de sus miembros se encuentra en esta situación .
En total, en la Comunitat hay 452.000 personas con dificultades motrices, visuales, auditivas o intelectuales, lo que la sitúa a la cabeza de España, sólo por detrás de Andalucía y Cataluña. Las frías estadísticas arrojan una dura realidad: sólo uno de cada cuatro discapacitados recibe algún tipo de subvención. «130.000 no reciben ayudas», apunta el informe del INE. Mejor suerte corren las 125.000 personas que se benefician de asistencia, ya sea de un familiar o de un cuidador, así como las 56.000 que tienen ayuda técnica para conseguir una silla de ruedas o una prótesis. Además, 120.000 discpacitados valencianos reciben las dos subvenciones.
Aunque la estadística sólo diferencia entre ayudas personales y técnicas, aquí se incluyen las de la Ley de Dependencia. «La situación no mejora. Se supone que entre abril y mayo la Conselleria de Bienestar Social firmó muchas resoluciones pero varios meses después, los afectados todavía no han cobrado las ayudas», aseguró ayer la portavoz de la plataforma en defensa de la aplicación de la ley en la Comunitat Valenciana, Palmira Castellano.
Joaquín pidió la subvención en 2008 pero aún no ha obtenido respuesta. «Hace más de un año que pedimos la ayuda de la Dependencia y aún estamos esperándola. En febrero vino una asistenta a ver a mi madre pero ni siquiera nos han mandado la valoración. Me da mucha rabia porque se habla mucho de la ley y yo sólo me he encontrado con trabas. Se va a morir antes de recibirla», afirmó con rabia este valenciano de 52 años, que está varios meses en paro.
«He tenido que rechazar algunos trabajos temporales porque no puedo dejar a mi madre sola, tengo que cuidarla las 24 horas. En agosto se me acabó la prestación por desempleo y sólo nos queda su pensión», lamentó Joaquín, que aseguró que nunca se le ha pasado por la mente la idea de llevar a María a una residencia. «Quiero estar cerca de ella. En casa puede recibir más visitas de familiares y todo mi cariño. Yo le limpio la casa, me encargo de todo el papeleo...si mi madre no me tuviera a mí, estaría muerta», aseguró.
El informe del INE traza el perfil de los 246.000 cuidadores de la Comunitat. Hay más mujeres que hombres, la mayoría se sitúa entre los 45 y 64 años, comparten hogar con la persona atendida y tienen estudios primarios. «La principal dificultad que encuentran es la falta de fuerza física para realizar las tareas de asistencia personal. Afirman sentirse cansados y una parte importante ve incluso deteriorada su salud», explica el informe.
Más mujeres
En cuanto a los discapacitados, también hay más mujeres que varones y la mayoría cuenta con estudios primarios. El grueso de los afectados tiene entre 65 y 74 años. Sus mayores problemas son de movilidad, vida doméstica, autocuidado, audición y visión. «Entre las actividades que realizan en su tiempo libre destacan ver la televisión y escuchar la radio. Las que implican desplazamientos (visitar museos, bibliotecas o asistir a cursos) son menos frecuentes. Su discapacidad no les permite hacer ejercicio físico o viajar, tal y como les gustaría», afirma la encuesta.
Muchos de los discapacitados tienen serias dificultades para desenvolverse en su vivienda, sobre todo, en zonas como las escaleras y el cuarto de baño. Ya en la calle, las personas impedidas que se encuentran con multitud de obstáculos, tales como los bordillos de las aceras, las papeleras, las farolas y socavones en el asfalto urbano.
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