Borrar
Urgente Isabel Pantoja y Bertín Osborne entran en la lista de morosos de Hacienda
CAMPO A TRAVÉS

Un mercado de la naranja

PPLL

Domingo, 8 de noviembre 2009, 03:34

El ayuntamiento de Castellón ha tenido dos felices ideas relacionadas con la agricultura, según ha anunciado su alcalde, Alberto Fabra. Por una parte se suma a la lista de municipios que han decidido premiar a los agricultores de su término que no abandonan sus campos y continúan cultivándolos. Por otra, pondrá en marcha, a partir del próximo 22 de noviembre, un mercado popular de la naranja que se celebrará cada domingo en la capital de La Plana.

El alcalde ha explicado que en este mercado podrán vender directamente sus cítricos los agricultores que quieran, y comprarán los ciudadanos que así lo deseen, en un ambiente festivo, de domingo por la mañana. Sepretende además que se desarrollen allí actividades culturales y gastronómicas paralelas; se podrá consumir in situ fruta, zumos, postres y todo lo que se quiera hacer y ofrecer en relación con las naranjas y clementinas.

Cualquiera puede pensar que, seguramente, no va a ser un mercado de grandes cantidades, y por tanto no va a salvar por sí mismo desfavorables coyunturas del sector citrícola. Ni siquiera cabe pensar quizás que sean muchos los citricultores que lleguen a vender allí grandes cosechas. O sí. Todo es empezar.

El mayor valor que adivinamos en esta iniciativa es sin embargo el de ser pionera en innovación y en tratar de dotar al alicaído sector naranjero de nuevos elementos de acreditación, de autoestima, de prestigio, y de ser un instrumento para darse a conocer ante la ciudadanía, los clientes, cada vez más alejados del conocimiento sobre el origen, el desarrollo y el por qué de lo que después compran en el sumermercado a lo largo de la semana.

A este Mercado de la Naranja de Castellón le intuimos el valor de iniciar una nueva andadura que debería recorrer todo el sector naranjero, si es que sus actores creen que deben hacer algo notable para salir definitivamente del atolladero de la crisis. Para ello, lo primero que deberían entender todos es que deben contribuir a dar a conocer a los consumidores lo que tienen, porque en general lo ignoran. Pregúntenles. La inmensa mayoría saben que hay mandarinas y naranjas, pero no conocen con exactitud que hay muchas variedades y que se diferencian claramente y se suceden en el tiempo, a lo largo de cada temporada. No saben distinguirlas, y muchos, ni siquiera que las hay distintas.

La masificación del mercado global y la despreocupación de productores y comercializadores en este sentido ha favorecido que estas frutas tan deliciosas se hayan convertido en artículos que la mayoría de las veces funcionan como , es decir, productos estadarizados en grandes graneles, poco más que tornillos o grava del río.

Hasta en el mundo del arroz vemos hoy en día que cocineros y gourmets se esfuerzan por conocer las diferencias y ensalzar las excelencias de unas y otras variedades para según qué platos, y no digamos lo que ocurre en el mundo del vino, donde, quien más y quien menos, se precia de gran entendido porque ha aprendido que todos los blancos no son iguales, que hay Verdil, Verdejo, Chardonnay, Macabeo, Malvasía..., y es capaz de elegir el fermentado en barrica, como sabe, en tintos, de Merlot, Tempranillo, Cabernet, Shiraz, Monastrell..., y habla de añadas, crianzas y reservas.

¿Cuántas personas, entre los consumidores de cítricos, conocen la extensa gama de clementinas precoces, reconocen sin dudar la Clemenules o saben cuándo dispondrá de la Clemenvilla o la Nadorcott? Ahora hay empeños en difundir las bondades de los cítricos para combatir las gripes, en especial ante los extendidos temores que causa la gripe A, pero ¿se preocupa alguien de enseñar que las primeras naranjas son las Navelinas, que luego llega la Nável, que la que más zumo tiene es la Salustiana y que después tenemos una amplia gama de Lane, Powell, Chislett, Valencia Delta, Midknight..? ¿Cuántos nuevos consumidores quedarían rendidos, conquistados para siempre, si se les adiestrara ante un nutrido elenco de la oferta real, tan variada, para que pudieran reconocer cada clase, y se les presentaran las deliciosas novedades de sanguinas, Taroccos, triploides, etc.

Combinen todo esto con actividades gastronómicas relacionadas con la naranja (que se prodigue más lo que hacen en Sagunto), que se introduzca el mundo naranjero en el de la cultura, como estuvo antaño, con el diseño, el cine, la pintura, la literatura incluso. Organicen concursos de habilidad en el pelado de naranjas, enseñen a quienes no saben, regalen exprimidores domésticos, involucren a los bares, y a los médicos, convoquen a los investigadores, contacten con el estadounidense Instituto Linus Pauling... Provoquen una catarata de ideas y de actividades, que todo ello redundará en ganar prestigio para la naranja, y eso repercutirá en el consumo y en la recuperación de una dignidad en el precio. Lo que no goza de crédito no vale, y lo que no tiene buen precio no se valora. Rompamos el círculo vicioso. El Mercado de la Naranja de Casatellón puede ser un buen detonante, un valioso revulsivo que se debe aprovechar y engrandecer.

La otra buena decisión del ayuntamiento castellonense consiste en rebajar en un 60% el importe del Impuesto de Bienes Inmuebles a los agricultores del término municipal cuyas parcelas se cultiven, con naranjos, hortalizas, almendros o lo que sea, pero que se cuiden, que no estén abandonadas.

El alcalde ha hablado de la necesidad de cuidar el paisaje y del gran papel de la agricultura como sumidero de CO2, eso que está tan de moda esgrimir ahora. Alberto Fabra ha dicho que cada naranjo adulto absorbe 6 kilos de CO2 al año, y esto tiene una gran importancia, porque es la primera vez que alguien se moja así para defender que el 'bosque' de naranjos tiene un papel esencial en dicho aspecto. Nadie se había arriesgado todavía a cifrar cuánto CO2 fija un naranjo. Multipliquen: 6 kilos por 400 naranjos de media en una hectárea, por 180.000 hectáreas de cítricos en la Comunitat Valenciana, igual a 432 millones de toneladas anuales. ¿Cuánto valen en el mercado del CO2? Pongámoslo en valor. El Ayuntamiento de Castellón ya lo ha hecho con sus medios. La rebaja del IBI le costará 300.000 euros de reducción de ingresos por este concepto. Que cunda el ejemplo.

por el Ayuntamiento de Castellón y por su alcalde. Esto sí que es tomar decisiones concretas en favor de la sostenibilidad, ese término hoy tan manido porque anda en boca de tantos que no hacen nada eficaz por ponerlo en práctica de verdad.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Un mercado de la naranja

Un mercado de la naranja