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RAFA MARÍ
Martes, 19 de septiembre 2006, 04:24
Las películas que hizo Iturbi en Hollywood rara vez aparecen en las antologías del género musical. Y apenas se proyectan en la televisión o en las filmotecas. Están más vivass en el recuerdo de varias generaciones que en las pantallas grandes o pequeñas.
A (Henry Koster, 1944) o (George Sidney, 1945), dos de las películas más conocidas de Iturbi, son ingenuamente espectaculares, alegres y con muchos colores, un cine evasivo para los tiempos duros de la guerra, títulos simpáticos pero insignificantes al lado de (Donen y Kelly, 1949) o (Donen y Kelly, 1952).
H ay sin embargo una película de Iturbi con mucho interés, aunque sea extracinematográfico. Me refiero a (George Sidney, 1946). El pianista valenciano aparece en los carteles en segundo lugar, tras Walter Pigdeon y por delante de Roddy McDowall, Jane Powelly Xavier Cugat. Y por delante también de Fidel Castro.
E sa es precisamente la muy singular curiosidad de la película. Lo sabe poca gente. Cuando Fidel Castro estuvo en México durate su exilio voluntario (tenía entonces 20 años) previo a la revolución cubana, intervino en dos películas, con apariciones muy breves. Una de ellas es (1946), con Lucille Ball como estrella. A Castro se le ve al lado de una piscina.
L a segunda es la citada En algunas fichas técnicas aparece el nombre de Castro y su personaje ( ). Más curiosidades: también sale Amparo Iturbi, hermana del pianista, y la coreografía es de Stanley Donen.
L a película de Sidney es un bodrio de mucho cuidado. No la salvan ni Pigdeon, ni Iturbi, ni Castro, al que la Metro Goldwyn Mayer no dejó pronunciar uno de esos parlamentos de ocho horas o más a los que tanto se aficionó más tarde.
L a amerengada historia de es la siguiente: la cursi hija de un embajador norteamericano (Jane Powell) se enamora de un músico local todavía más cursi (McDowall). Las diferencias de clase generan muchos líos, pero al final triunfa el amor. Siempre ocurría así en este tipo de películas.
M e cuentan que las edulcorante películas norteamericanas de Fidel Castro están prohibidas en Cuba. Todos tenemos algo que ocultar en nuestro pasado.
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