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Catral, el modelo y la fiebre

F. P. PUCHE

Jueves, 5 de octubre 2006, 05:47

En el principio fue la caseta de herramientas. Había una parcela, un , el humilde y doméstico de tierra; y lo normal era levantar una caseta para guardar los aperos junto a la que un día pusieron un paellero y un par de columnitas para sustentar una parra que hiciera sombra.

–¿Y si nos hemos de quedar una noche para estar atentos al agua cuando llegue?

Añadieron una habitación y luego nació una balsita bautizada como piscina. Y quince años después había mil quinientas treinta y dos casas parecidas, todas irregulares, contra las que el alcalde en modo alguno estaba dispuesto a enviar una orden de derribo aunque estuviesen asentadas dentro de los lindes del nuevo parque natural. He aquí el grave caso de Catral...

El de ayer fue el primer debate de una moción de censura que se ha producido en la historia de la autonomía valenciana. Y como antídoto, a la espera de que los asuntos del urbanismo ocuparan un destacado lugar en el abanico crítico de Pla, ha sido puesto sobre la mesa el grave caso de Catral que viene acompañado incluso del apercibimiento de una posible retirada de competencias urbanísticas a una corporación que está haciendo mal uso o dejación de sus funciones. Claro que...

Como era de suponer, desde el martes por la tarde los círculos y mentideros políticos son un rosario de nombre de municipios que cada partido esgrime con visos de denuncia sobre el otro: Catral, dijo el primero. Y Riba-roja Porchinos, clamó enseguida el otro. Y tú, Sueca. Pues anda que Orihuela... Pues más Estivella eres tú. Y tú Náquera y Alboraya. Y Benicàssim, Santa Pola, Oropesa, Cullera, Simat, Gandia, Puçol, El Puig, Altea, L’Eliana, Foios, Albalat, Dénia, Paterna, Torreblanca, Finestrat...

La lista se alarga y se convierte en guía de la Federación Valenciana de Municipios. Esteban González ha puesto en marcha los aspersores y habrá que salir al jardín en medio de la lluvia y gritar: ¿pero hubo alguna vez 11.000 vírgenes? Desde luego, la moción de censura ha quedado eclipsada, vaya que sí. Pero Catral es la fiebre-síntoma.

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