Montillay los locosromanos

Si no supiera que Terra Mítica está en Benidorm (¡cómo olvidarlo!) pensaría que están rodando la película de Astérix en Barcelona y que Obélix está contemplado la Estesa cuando exclama aquello de “están locos estos romanos”.

La locura no proviene de la renovación del tripartito ni de la bajada de votos que los catalanes han regalado a casi todos los partidos. Ni siquiera responde a una realidad que sitúa el poder por encima de todo. Eso, más que una locura, es una desvergüenza perfectamente legítima pero alejada de los deseos de los catalanes que han manifestado su percepción del tripartito no con una encuesta ni con una manifestación difusa sino con un voto concreto y cuantificable. En este caso, no han necesitado los ventrílocuos habituales en que se convierten los políticos creyéndose portavoces de los ciudadanos sino que han sido ellos mismos quienes han hablado con claridad.

Los locos romanos son, más bien, los socialistas que viven entre la absoluta injerencia madrileña y la absoluta cuchufleta catalana.

En Madrid, el PSOE ha estado a punto de promover a un manchego poco adicto a la Corte o una vicepresidenta de sangre valenciana. Al final, han acabado con un nombre digamos con mucha bondad, poco barajado en la Federación madrileña. En cambio, en Barcelona, a Montilla le ha faltado tiempo para decir que no admitirá injerencias del PSOE, ni de Madrid ni de Moncloa ni de sujeto alguno que suene a chotis, choteo, chotibus.

Si no hubiera sido ministro con el PSOE, en Madrid y por deseo del habitante de la Moncloa, no de Guadalix de la Sierra, no tendría relevancia, pero, habiendo sido todo eso, resulta cuanto menos chocante. ¿El –hasta hace días– ministro no quiere injerencias de fuera de Cataluña? ¿Pero con quién fue ministro? ¿Con Maragall, con Tarradellas o con ZP? Espero que Montilla sea proclamado candidato a la alcaldía de Reus en las próximas elecciones. Sobre todo para oírle decir que no quiere injerencias del Govern de la Generalitat.