El Valencia sucumbe y Edu se lesiona de gravedad
El árbitro expulsa injustamente a Silva a los 17 minutos y allana el camino al poderoso Sevilla
JOAQUÍN BALLESTA
Domingo, 19 de noviembre 2006, 05:47
Quique Sánchez Flores dijo el pasado viernes que al Valencia no le tratan los árbitros como a un equipo grande. No le faltaba razón. Si, encima, el encargado de impartir justicia, cosa que no hizo ayer, es Megía Dávila, el del lío en la Copa del Rey ante el Deportivo que costó la eliminación del torneo, es como pedir peras al olmo.
Megía Dávila llegó a Sevilla dispuesto a saldar cuentas pendientes con el Valencia y a fe que lo hizo. En poco más de un cuarto de hora amedrentó a los pupilos de Quique, fue permisivo y tolerante con los de Juande, convirtiéndose en un inestimable colaborador del entrenador y del equipo sevillista.
La labor del colegiado madrileño resultó muy sospechosa desde el momento en el que dio el pitido inicial. En la primera acción del juego David Silva recibió una clara agresión de Alves, de la que Megía no quiso saber nada. Sin embargo, sí amonestó al valencianista instantes después tras cometer una falta.
A los 12 minutos hubo penalti al propio Silva, que Megía pasó por alto. En seguida, tarjeta amarilla a Cerra y, a los 17 minutos, roja directa al joven canario del Valencia, por una agresión que sólo el árbitro vio. A partir de ahí, los de Quique tenían que afrontar 73 minutos de juego en inferioridad numérica.
Buen inicio de partido
Y, por si todo lo relatado fuera poco, al saque de la falta que siguió a la expulsión de Silva, gol de Escudé. El Valencia quedaba a merced de un rival sobre el que había sido superior hasta entonces, a pesar de Megía Dávila. Los de Quique salieron bien plantados, proyectándose con rapidez a la contra, pero toda su predisposición e iniciativa fue cercenada de cuajo. Había que sacar el orgullo y, tras la ligera recomposición de líneas, incluso se llegó a inquietar a Palop, quien, en el minuto 39, impidió a Villa empatar el choque.
Es cierto también que antes Cañizares que falló en el gol de Escudé, salvó el segundo del Sevilla tras remate de Kanouté. Y a la media hora Adriano tampoco acertó con todo a favor. No importaba. Megía Dávila, si era necesario, echaría otro cable. Aunque, tal vez por sentir remordimiento de conciencia, perdonó la segunda amonestación a Cerra que le hubiera costado la expulsión.
Tras el descanso tampoco hubo tiempo para iniciar la reacción, porque Palop salvó el empate, otra vez a remate lejano, cruzado y espectacular de Villa y, acto seguido, llegó el segundo gol local. Con el dos a cero en lo alto y el Sánchez Pizjuán vibrando, el Valencia poco menos que bajó los brazos. Y con el tercero sólo se pensaba en escuchar el pitido final, aunque antes el equipo blanquinegro tuvo que sufrir el mazazo de la gravísima lesión del brasileño Edu.
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