El retorno del coco nocturno

La existencia de un monstruo nocturno ha tenido en cada localidad y en cada cultura una realidad similar aunque con distintos nombres: el coco, el hombre del saco o el sacamantecas. Cualquier apelativo era válido para asustar a los niños aunque en algunos casos, además, ese miedo respondía a una verdad a medias. Uno de los mayores alivios al crecer, sin embargo, es saber que el temor era infundado porque nadie viene por la noche a llevarse a los niños malos. ¿O sí? Desde que hemos sabido que el Gobierno maneja un informe, , en el que se refleja que dos millones de niños ven la televisión después de la medianoche y que eso le preocupa, algunos nos hemos echado al temblar: si es una tarea que le corresponde a la familia y al Gobierno le preocupa, solo hay que sentarse a esperar el decreto ley que regule los hábitos nocturnos de los niños españoles. En una palabra, en lugar de disfrazarse de Papa Noel, el Gobierno se vestirá de hombre del saco.

Las generaciones que peinamos canas recordamos cómo los mayores nos mandaban a la cama prontísimo y lo único que ayudaba desde instancias oficiales era la creación, por parte de Televisión Española, de la familia Telerín o de Casimiro, quienes nos recordaban cómo, a partir de ese momento, entrábamos en los minutos de descuento. Sólo por pura bondad del árbitro vestido de madre, como es lógico.

Hay que reconocer que los hábitos familiares y la programación de televisión han cambiado de modo que, para juzgar la realidad, no sirve únicamente conocer las cifras de consumo. Lo llamativo del informe no es sólo que muchos niños estén viendo la televisión tarde sino que sigan levantados cuando necesitan dormir para crecer adecuadamente, no en vano parece demostrado que en la obesidad incide el poco dormir. Quizás lo que está faltando es un programa global de pautas de crecimiento saludable, pero no como imposición sino como orientación a las familias.