Cuadros falsos, caridad verdadera

Aunque en los últimos años se haya impuesto el término “solidaridad” para evitar las connotaciones negativas del clásico “caridad”, algunas instituciones y personas no se conforman con sentirse próximas o, como dice el Diccionario cuando define “solidaridad”, adherirse circunstancialmente a una causa, sino que optan directa y descaradamente por ser caritativo.

La caridad, aunque tenga mala prensa entre sectores , no impide la justicia, como estos aducen. Al contrario, supone una manifestación de afecto hacia quienes sufren situaciones de injusticia y evidencia, con su ayuda desinteresada, que esas personas carecen de lo que otros tenemos sin que haya causa justificada para la diferencia.

Esas instituciones ayudan mientras esperan y su acción se convierte en una reclamación de recuerdo permanente para que los encargados de redistribuir las riquezas lo hagan y no se escuden en el desconocimiento. Ellas por sí solas no pueden lograrlo pero su actividad sirve de aldabonazo ante quienes tienen la responsabilidad de hacerlo.

Entre esas instituciones hay dos que han presentado, en las últimas horas, soluciones imaginativas para seguir haciendo el bien en estos tiempos: la Asociación Valenciana de Caridad y la Cáritas de Roma.

La primera subastará los cuadros utilizados en la serie . Ese dinero no irá a engrosar los beneficios de Christie’s ni Sotheby’s sino los beneficios humanos y espirituales que produce la caridad bien entendida. Por su parte, la Cáritas de Roma recogerá las monedas que los turistas tiran a la Fontana de Trevi –unos 900.000 euros al año– para abrir un supermercado gratuito de acceso a los pobres de la Ciudad Eterna.

Ambos proyectos han demostrado que la caridad también requiere imaginación para encontrar medios nuevos de implicar a los demás pero eso solo nace cuando se está pensando continuamente en cómo hacer el bien a los demás.