El “más allᔠde las compras

Si alguna vez ha intentado tomar un taxi a la salida de un espectáculo o cualquier acto social en una gran avenida, habrá podido observar un curioso fenómeno: quienes se disputan los servicios de los escasos taxis, van corriéndose hacia el lugar del que proceden estos. La razón es que, de lo contrario, si esperan en el mismo sitio, les “okuparán” todos los taxis antes de llegar. Así, mirando desde lejos, se puede ver una especie de carrera por situarse más allá, siempre más allá.

Ese mismo fenómeno se está produciendo en las compras navideñas. Antes, la “campaña” comenzaba a primeros de diciembre. Ahora, cada vez empieza antes con la excusa de adelantarse a las aglomeraciones, a la escasez del producto estrella o al incremento de precios.

Llegará un momento en el que daremos una vuelta al “año litúrgico” del consumismo y compraremos los uniformes infantiles el día que entregan las notas o los juguetes de los niños, mientras los camiones de la basura recogen los pobres abetos en los contenedores.

Esa tendencia no deja de resultar inquietante pues del mismo modo que hemos sabido que la disposición de los productos en los hipermercados, la música de fondo y hasta el color de las estanterías están calculados para incitarnos a comprar, nada impide que la distribución de las campañas a lo largo del año y la insistencia en que el producto será mucho más caro luego o que incluso corre el riesgo de desaparecer, responda a una estrategia diseñada para obligarnos a consumir a fuerza del famoso refrán valenciano “lo que va davant, va davant”.

La incitación al adelanto, en realidad, parece destinada al consumidor perezoso que no quiere que la compra le agobie más de lo imprescindible de modo que se le anima cuando es más cómoda y menos esfuerzo requiere. Así, se evita que el vago del consumo acabe por decir “bueno, ya lo compraré” y, llegada la fecha, recurra al “bueno, cuando pase Navidad”... y más allá.