Los puentes sientanmuy bien

Es posible, como dicen el PSC, ERC e IU, que los puentes, es decir, los festivos entre semana, nos alejen de Europa pero la propuesta de suprimirlos que acaban de hacer estos grupos políticos seguramente les aleja a ellos de España.

El tópico dice que en España se trabaja más pero menos y, en efecto, nuestra productividad en relación con otros países europeos es menor a pesar de que las jornadas laborales sean más amplias. Pero esto no se arreglaría eliminando la interrupción producida por los puentes sino suprimiendo la irrupción de elementos ajenos al trabajo cada vez que la oficina se convierte en lugar de luchas o de trampolines personales a costa del trabajo conjunto.

El problema de muchos empresarios españoles es aplicar criterios de productividad compartida de forma que no sólo salga beneficiada la empresa sino también sus trabajadores. Eso significa que el trabajador vea cómo su vida –no sólo su sueldo–- mejora gracias al trabajo en la empresa y que eso es conjugable con el objetivo más importante: el bien común de todos los trabajadores y dueños de la empresa. Así, ni la búsqueda del beneficio puede estar tan presente que olvide a las personas que lo proporcionan ni la pretensión de mejorar individualmente puede ocultar la implicación en el proyecto común.

En ese equilibrio, los puentes sirven para lograr el punto justo de descanso, como incentivo para volver renovado al trabajo. El problema surge cuando el egoísmo del trabajador y la ausencia de implicación en el proyecto común hacen que su vida laboral gire en torno a los momentos de fiesta. De esa forma, como ocurre con los adolescentes que viven para el fin de semana, el resto del tiempo se limita a esperar. En los más jóvenes es una muestra de irresponsabilidad que es lo que, quizás, esté faltando en algunos adultos. Desde ese ejercicio de responsabilidad, el puente es un descanso bienvenido que, en ocasiones, compensa más que alargar un poco las vacaciones estivales.