‘Overbooking’ en el cielo de Valencia

Cuando hace tres años se produjo en Valencia el último terremoto, célebre porque se dejó sentir en la ciudad pero inofensivo porque no produjo daños personales, algunos expertos tranquilizaron a la población diciendo que el riesgo de terremotos dañinos en Valencia era mínimo.

Uno de ellos, en cambio, comentó en un programa de radio que el mayor riesgo para la ciudad no venía de los movimientos sísmicos sino del tráfico aéreo, es decir, la desgracia que más probabilidades tenía de sufrir la capital, una vez desviado el cauce del Turia, era el desastre aéreo. La razón –apuntaba– era el paso constante de aviones que sobrevolaban el cielo de la ciudad, un paso incrementado notablemente en los últimos meses.

De confirmarse, además, el cambio de ruta para acceder a Manises por parte de las compañías aéreas, la presencia de aviones en el cielo valenciano aún resulta más peligrosa.

Al margen de la guerra política en que puede convertirse el hecho de haber modificado las rutas sin informar al Ayuntamiento, lo cierto es que los vecinos lo notan y notan, sin que nadie se lo diga, cómo, de un tiempo a esta parte, encogen los hombros más de lo habitual cada vez que oyen un avión que vuela “tan bajito”.

También lo notan los pasajeros habituales mientras los otros, los que no suelen volar hacia Valencia, no perciben nada extraordinario al poder observar tan de cerca algunos monumentos de la ciudad desde el aire; al contrario, les encanta ver la Ciudad de les Arts, la Estación del Norte, el Hospital Provincial y el Hospital militar en pequeñito.

Pero los vecinos de Patraix, Jesús o Malilla saben que, para poder tener ese lujo, ellos han de ver la televisión como si fuera un móvil y, cada cierto tiempo, perdiera la cobertura pues, al paso de cada avión, deja de oírse el telediario... y, encima, no saben muy bien por qué pero ¡siempre hay uno que pasa cuando dicen el tiempo en Canal 9!