ETA,una voz de enciclopedia

Del mismo modo que España no entendió la muerte de Miguel Ángel Blanco y de ese rechazo nació el Espíritu de Ermua, el cese de la , de producirse, sería difícilmente digerido por los españoles tras haber descubierto lo bonita que es la vida –la propia y la ajena– cuando no está amenazada. Es decir, cuando hemos vivido en ese estado inherente a la convivencia democrática que fue resumido por ZP como “los españoles nos hemos ganado el derecho a la paz”. Ese derecho no se ha ganado ahora, en eso se equivocaba ZP, sino que, siendo previo, había sido perdido y ahora lo estamos disfrutando con los dedos cruzados.

En los últimos años y, sobre todo, en estos meses pasados, hemos vivido sin el sobresalto diario de la bomba lapa, el tiro en la nuca o el internamiento en un zulo. E incluso empezábamos a contarlo a los más jóvenes explicándoles que hubo un tiempo en que esas atrocidades llenaban los periódicos día tras día. Algunos abren los ojos sorprendidos de que una barbarie propia de otra época estuviese ocurriendo casi hasta el momento en que Bisbal tonteaba con Chenoa en la academia de . Era imposible: esas batallitas son las típicas que cuentan los mayores sobre la guerra (siempre hay una guerra en el recuerdo de los mayores). Pero sí: ya resultaba anacrónico utilizar un atentado de ETA para explicar, a los estudiantes de periodismo, cómo se escribe una noticia. Había que buscar otro hecho que pudieran comprobar. Y eso gracias a las Fuerzas de Seguridad, a los jueces valientes y a los políticos decididos a acabar con ETA, no a que ETA acabe.

Por todo ello, escuchar ahora los pronósticos de Txema Montero diciendo que ETA volverá a matar suena a viejo, a antiguo, a cosa impropia, como si un guerrero prusiano de grandes mostachos quisiera mantener la guerra contra Dinamarca por el ducado de Schleswig en pleno siglo XXI. Cosas que sólo cuentan ya las enciclopedias.