Engordará tres kilos en Navidad

El análisis de las estadísticas y de su evolución, lejos de tranquilizar, produce, a menudo, un sentimiento terrible de vulnerabilidad, impotencia y desprotección ante el destino. Es cierto que gracias al conocimiento de cómo y por qué cambian las cifras de una misma realidad esta puede atajarse si es negativa o potenciarse en caso contrario. Así, nos dicen que 6 millones de coches se desplazarán por nuestras carreteras durante un puente, que morirán 30 personas en accidentes automovilísticos; que los valencianos nos gastaremos 931 euros en Navidad o que engordaremos 3 kilos durante las fiestas. Lo saben. Eso se va a producir. La duda es si nuestro nombre formará parte de la lista. La primera reacción es de desazón pues la estadística no es una ciencia exacta pero se suele cumplir. La segunda es cierta aprensión a esta habilidad para la futurología. Hay muchas otras disciplinas que funcionan con el mismo planteamiento, por ejemplo, la medicina que, a veces, parece una repetición de causa-efecto cuyo margen de error se atribuye a aquello de “cada persona es un mundo”, adaptación del famoso “el fútbol es así”. Si usted toma esa medicación, se curará su enfermedad. O no. Aunque todo indica que siempre que alguien lo ha tomado en las mismas condiciones se ha curado, porque su eficacia se basa en unos principios estudiados con detenimiento. Por tanto, nada más probable que su curación. La meteorología también responde a esa frecuencia de actuación: normalmente la borrasca con unas características determinadas actúa de una forma concreta, pero puede ser que no, de ahí que, en ocasiones, fallen los pronósticos. En el caso de las cifras estadísticas sucede algo similar. Normalmente en la Comunitat Valenciana, según la DGT, mueren cada año más de 300 personas en accidente de tráfico. Eso, a quince días de empezar el año 2007, resulta angustioso. Por ello, en lugar de leer el horóscopo, debiéramos leer las estadísticas que hablan más del futuro que la conjunción de Marte con Saturno.