Un acuerdo de mínimos

Las organizaciones citrícolas valencianas hemos dado un paso en la dirección de fijar unos acuerdos mínimos que saquen al citricultor del pozo en el que nos encontramos.

No es una panacea, pero tiene la fuerza de que nos permite retomar el camino de los acuerdos. La intermediación del conseller de Agricultura, que propició el encuentro del 80% de las firmas comerciales citrícolas de la Comunitat Valenciana, y la iniciativa de las organizaciones agrarias Asaja, Unió y Upa, denunciando la pésima situación que arrastran los citricultores, han permitido que al menos nos pongamos de acuerdo en la fijación de unos costes de producción para que en todo momento tengamos muy claro que situarse por debajo de ese umbral es provocar que el agricultor incurra en pérdidas, con todo lo que significa de descapitalización del sector.

De todas formas, confiamos en que la calidad de nuestras producciones y el buen hacer de los agentes comerciales, en los acreditados mercados en los que están presentes los cítricos valencianos, deben situarnos por encima de este umbral mínimo de rentabilidad para el agricultor.

Desde luego, no sería nada halagüeño que los precios rondasen este nivel de costes de producción. De todas formas, para profundizar en esta línea consensuada se ha constituido una comisión en la que todas las partes que componemos la citricultura podremos arrimar nuestro hombro para restablecer la rentabilidad de un sector que genera tanto empleo y riqueza en la Comunitat Valenciana. Nada menos que estamos hablando de la actividad agraria es la base que mueve, a través de todo el conglomerado agroalimentario y de actividades afines, casi el 18% del Producto Interior Bruto de nuestra región.

Este primer paso dado por todos debe propiciar la apertura de una nueva forma de hacer política en la agricultura valenciana. Hoy, más que nunca, necesitamos recuperar la máxima de que la mejor política es la que relanza la economía. Y en ese camino siempre nos encontrarán a las cooperativas agrarias valencianas.