Estamos bajo mínimos

Las organizaciones profesionales agrarias, con el apoyo de las cooperativas, habíamos convocado un paro de dos días en todo el sector citrícola que finalmente no se ha realizado, con objeto de conceder un voto de confianza desde la parte productora al acuerdo alcanzado entre la Generalitat y el sector comercial.

Tras el anuncio del paro, el conseller de Agricultura, Juan Cotino le vio las orejas al lobo y con la finalidad de pasar unas fiestas navideñas políticamente tranquilas auspició una reunión del sector comercial citrícola, tras el que salió el compromiso de no vender a la salida del almacén por debajo de 0,55 €/kg la clementina y de 0,40 €/kg la naranja.

A juicio de la Unió es un acuerdo de mínimos, inicial, que en ningún caso cubre las expectativas creadas, ya que el precio fijado no garantiza un precio para el productor, en ningún caso cubre sus costes de producción y no se establecen medidas de control contra los que incumplan los precios mínimos acordados, cuando nos consta que ya hay quien lo está incumpliendo en estos primeros días de rodaje.

Este acuerdo puede que sirva para salvar medianamente parte de la presente campaña, pero en ningún caso refleja los puntos planteados en nuestra tabla reivindicativa presentada a las administraciones, que deben quitarse las vendas de los ojos y empezar a legislar para poner fin a las pérdidas continuadas de renta de los productores. Pero no vemos voluntad para la elaboración de una Ley de Comercio que regule la participación de los agentes en el precio final del producto, para que se incremente la participación del agricultor en los altos precios que pagan los consumidores, cuando recibe menos del 10%, mientras que la gran distribución se queda el 60%.

Y si los políticos no quieren hacer esto, que pongan en marcha otra de nuestras demandas: un seguro de ingresos o de renta.

El hecho de desconvocar el paro anunciado no significa que demos un cheque en blanco al acuerdo alcanzado entre la parte comercial y la administración autonómica. Todo lo contrario. Damos un voto de confianza y permanecemos vigilantes, pero si no se cumple, no habrá razón para criticar nuestras reivindicaciones y, todavía menos, nuestros posibles actos de protesta.

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