Infelices Navidades para el sector agrario

Algunas personas relacionadas con la agricultura, entre ellas numerosos políticos y altos cargos de ministerios y consejerías autonómicas, puede que consideren un tanto dramáticas las declaraciones de los representantes de AVA y la Unió, recogidas por nuestro periódico el último miércoles. Pero quienes se interesan por la agricultura o la practican directamente podrán pensar que, en todo caso, son más bien comedidas, pues en el panorama del futuro agrario apenas se vislumbra un leve rayo de luz.

Los representantes aludidos han expuesto el hundimiento de una forma de vida que proporcionó durante siglos una parte definitiva del prestigio de la Comunitat Valenciana en todo el mundo. También han afirmado que es el momento de reaccionar y eludir las tomaduras de pelo, interpretando la aparente pasividad de las Administraciones Públicas como estrategia encaminada al abandono de los campos y a su venta a precios bajos. En la misma o parecida dirección, el comentarista viene creyendo que, desde hace más de veinte años, la agricultura no es considerada ni respetada por quienes tienen poder de decisión, al mismo tiempo que la pretensión actual de gran parte de los inversionistas es reconducir el agua de riego hacia sus urbanizaciones e industrias.

Pero está fuera de toda duda que todo aquel que valora la supervivencia de la agricultura tradicional, porque es su propia vida o la siente muy dentro de sí, no puede ceder en el intento de avanzar en la dignificación de la profesión. En cualquier caso, deseando felices Navidades a las familias agricultoras, ¿cómo puede recibirse la digna frase por quienes están inmersos en una pesadilla económica y vivencial, mientras los demás sectores y dedicaciones se encuentran –mayoritariamente, se entiende– en un progreso marcado por la esperanza?

El jueves pasado, conversando con agricultores de la cooperativa Colcalni, en Les Alqueries, se comentaba como muy positiva la asamblea habida el lunes en la misma población, convocada por Fepac-Asaja, en la cual se planteaba la huelga de recolección generalizada para los comienzos de la próxima campaña. De vuelta a Valencia, en la información diaria que proporciona amablemente la Asociación Tucumana del Citrus de Argentina, se leía como primera noticia el recorte de prensa de Castellón sobre dicha asamblea, amparada por el titular “España: Citricultores no cosecharán de no alcanzarse un acuerdo de precios”.

La semana pasada se expuso como botón de muestra del denunciable desinterés del Ministerio de Agricultura la confusión de la Navelina con la Valencia late desde su flamante observatorio de precios. Ahora han encontrado la falsa solución de sustituir la palabra Navelina por Naranja. No obstante continúan en blanco las casillas de los precios en campo de la naranja, mientras que en los gráficos de los últimos tres años relativa a precios del mayorista es imposible interpretar que se trata de una determinada variedad.

La señora ministra, que ignora el abc de la citricultura, queda en solfa gracias a un director general que la iguala en ignorancia.